𝟱| 𝗡𝗢 𝗨𝗧𝗘𝗥𝗨𝗦, 𝗡𝗢 𝗢𝗣𝗜𝗡𝗜𝗢𝗡.

1.4K 123 36
                                    

Mientras subía en el elevador de Fertilab no podía evitar sentir que el mundo se había derrumbado a mi alrededor. Había pasado todo el fin de semana tratando de procesar la noticia que recibí y cada vez me sentía más exhausta, tanto física como emocionalmente. Todo lo que quería en este momento era ir a casa, quitarme la ropa y ponerme a cocinar algo rico, pero sé que no puedo permitirme relajarme por completo hasta que resuelva estos dos problemas: el que me ha traído hasta este abrumador hospital y el que llevo creciendo dentro de mí.

Respiré profundo y avancé hasta el escritorio de la recepcionista, quien me dio una mirada rápida antes de preguntarme mi nombre.

─Narcissa Duval. ─respondí con voz firme y clara tratando de ocultar mi miedo y ansiedad lo mejor que pude.

Su rostro pareció cambiar de color en cuanto terminé de hablar causando que me sintiera aún más aterrada. 

─T... tome asiento. ─tartamudeó con los ojos abiertos como platos.

Fruncí el ceño confundida ante su reacción y decidí ignorarla, me senté en una de las sillas de plástico en la sala de espera, una a la que casualmente le faltaba un tornillo causando que oscilara con algo de brusquedad mientras se sacudía de un lado a otro. 

─La están esperando, puede pasar al consultorio ahora mismo. ─dijo la morena escuálida de atrás del mostrador luego de unos diez minutos.

Inspiré profundo y tras llenarme de valor procedí a caminar en la dirección que señalaba su mano huesuda mientras el tictac de mis botas negras retumbaba en cada rincón de mis oídos. 

Me sentía como si estuviera a punto de entrar a una montaña rusa, llena de emociones encontradas y un sinfín de dudas en la cabeza. Sabía que algo importante estaba a punto de pasar pero no tenía idea de qué se trataba. 

─Vamos, vamos, tú puedes. ─musité hablando conmigo misma tratando de calmar los nervios. 

Mis manos temblaban al sujetar el picaporte, tuve que cerrar los ojos y tomar una profunda respiración antes de girarlo y finalmente empujar la puerta hacia adentro. El rechinido de las bisagras resonó en mi cabeza, y mi corazón latió con fuerza al ver unos ojos odiosos que tristemente reconocí de inmediato.

─¡Tú! ─gritamos ambos al unísono en cuanto nuestras miradas se toparon.

Se me calentó la sangre en cuestión de segundos y los nervios pasaron a segundo plano, pues ahora estaba tan enojada que por un segundo creí que aplastaría la perilla de la puerta por apretarla tan fuerte.

─¡Steph! ─gritó una mujer rubia y de pechos grandes que estaba sentada a su lado, al parecer era su esposa.

Era el mismo sujeto del sábado en la noche, el que me había atacado en el club.

─¿Qué demonios haces aquí? ¿Acaso ahora vas a empezar a entrometerte en mi vida también? ─grité cruzando el umbral.

─Yo no tengo idea de lo qué estás hablando, parece que eres tú quien intenta meterse en mi vida, y además ¿Qué estás haciendo tú aquí, estríper?

─¡¿Estríper?! ─chilló la de pelo claro─. ¡¿Quién carajos es esta mujer, Stephen?!

Y en un chasquido ambos se pusieron de pies, incluso la doctora que durante todo el rato había estado luchando inútilmente por mantener la calma. 

─Pues bien, como sea, no deberías estar aquí porque este no es un lugar para personas como tú. 

Fruncí el ceño y di un paso más en su dirección, lista para darle otra bofetada si intentaba pasarse de listo.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora