𝟲𝟬| 𝗥𝗜𝗭𝗢𝗦 𝗖𝗔𝗦𝗧𝗔𝗡̃𝗢𝗦 𝗬 𝗢𝗝𝗢𝗦 𝗩𝗘𝗥𝗗𝗘𝗦.

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No podía creer lo que acababa de pasar. Mi hermano; mi único hermano besándose con otro hombre. Con Klay. 

No sabía ni siquiera cómo sentirme o cómo reaccionar, se me revolvió el estómago y un nudo se me acomodó en la garganta, y es que... no tenías respuestas, sólo preguntas y un vacío en el corazón que me dolía más que cualquier cosa.

─Vlad, ¿Qué es lo que acabo de ver? ─musité con un hilo de voz. 

─No... no es lo que piensas, Cissy, sólo... déjame explicarte. ─tartamudeó intentando acercarse a mi, pero inconscientemente retrocedí un par de pasos.

─No es necesario que me expliques un carajo, ya lo vi todo. ─suspiré intentando calmarme mientras sentía un cosquilleo en la garganta─. Eres un mentiroso de mierda.

─No te mentí, te lo juro, es sólo que... no sabía cómo decírtelo, no quería que me juzgaras, que me rechazaras o que me odiaras.

─¿Odiarte? ─bufé─. ¿Por qué te odiaría? Lo único que odio es tu hipocresía. Tú, que siempre has querido controlar mi vida, siempre has criticado mis decisiones, que siempre has pretendido ser el hermano perfecto y resulta que eres un... un...

─¡¿Un qué?! ─chilló y su cuerpo se tensó de inmediato─. ¡¿Un marica?! ¡¿Un enfermo?!

─¡No digas eso! ─salté también─. No digas eso, porque no eres nada de eso. Eres mi hermano, Vlad, yo... te amo, te amo demasiado, pero yo...

Sentí que una mano invisible me atravesó el pecho y me estrujó el corazón.

─Yo... te amo, pero... me duele que no me lo hayas dicho antes, me duele saber que a pesar de todo tú... no fuiste capaz de confiar en mi. ─dije bajando la guardia.

Su respiración estaba agitada, pero al ver que realmente no estaba enojada directamente con su realidad, fue cuestión de minutos para que empezara a ceder también.

─No podía hacerlo, Narcissa, no quería perder tu cariño, no quería perder tu... respeto. ─agachó la cabeza y se rascó la nuca─. No quería que pensaras que... tu hermano, el hombre más masculino y dominante sobre la tierra, en realidad resultó ser... maricón.

Bajé la mirada y me quedé mirando al suelo por unos minutos y rápidamente todo comenzó a tener sentido, el hecho de que Vlad jamás llevó ninguna chica a casa, y que de paso, las escasas novias que le conocí cuando era joven todas eran chicas masculinas, como si se utilizaran mutuamente para enmascarar la homosexualidad del otro.

─Hablaré con Klay, iré a decirle ahora mismo que... que se acabó, que no podemos seguir juntos, que...

─¿Estás jodiendo conmigo? ─corté sus palabras.

Pude verlo fruncir el ceño de inmediato, confundido.

─Vlad, si se lo dices ahora Klay estará lo suficientemente distraído como para dejar que Anthony Davis nos la meta completa sin ningún problema en el partido. ─bufé, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

─Pero...

─Y además, no tienes por qué decirle nada, si él es... es... ─me dio vergüenza terminar la oración así que se me calentaron las mejillas─. ¿Klay es tu novio?

Él desvió la mirada, se rascó el cuello y se aclaró la garganta.

─Sí. ─murmuró lo suficientemente bajo que casi no pude escucharlo, pero le leí los labios.

Me estremecí por dentro, y mientras mi hermano aceptaba que se acostaba con Klay, sólo pude pensar en una maldita cosa.

─Dios mío, mi pobre Frannie. ─me cubrí la boca con las manos y me sentí culpable de inmediato─. Ella... ella seguro está tan enamorada de Klay, pero resulta que él es...

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora