𝟰𝟯| ¿𝗥𝗢𝗦𝗔𝗦?

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Conducía por las frías calles de Boston siguiendo las indicaciones del gps. Cissy iba sentada en el asiento de copiloto pero no se había dignado a soltar ni una palabra. El silencio era ligeramente incómodo, yo estaba ansioso y aún no podía creer que hubiera retirado la cara para evitar que yo la besara.

¿Qué significaba eso? ¿Acaso ya no me quería? ¿No se supone que ya me había perdonado?

Pensé que sí; pensé que después de todo lo que habíamos hablado ella finalmente había entendido que yo la quería, y que lo que pasó con aquella mujer no fue más que un error, un error que nunca debió ocurrir y que jamás volverá a suceder. 

Pensé que después de decirle que la extrañaba y que quería estar con ella, Cissy le daría una oportunidad a lo nuestro, pero al parecer me equivoqué, pues aún luce dolida y enojada por lo que pasó. Por haberla engañado y traicionado, pues aunque técnicamente no contaba como infidelidad ya que no estábamos oficialmente en una relación, yo le había fallado.

Le rompí el corazón, y eso me hacía sentir fatal.

La miraba ocasionalmente de reojo mientras ella iba con la vista perdida a través de la ventana. Quería saber qué pasaba por su cabeza. Quería saber qué sentía por mi y descubrir si tenía alguna esperanza de recuperarla.

También quería tener algún superpoder que me permitiera regresar en el tiempo y nunca haber entrado a esa maldita habitación en el estadio, lejos de esa rubia que me hizo olvidarme de Cissy a cambio de unos minutos en el paraíso. 

Carajo.

Se veía tan... sexy que sólo quería acercarme a ella y besarla. Besarla como si no hubiera un mañana, como si fuera la primera y la última vez, hacerla sentir como si fuera la única mujer en el mundo; porque lo era, porque las últimas noches que había pasado sin ella no había podido pegar el ojo por estar pensando en ella, en sus dulces labios, en su olor a champú de coco y en el calor que emanaba su cuerpo cuando se quedaba dormida sobre mi pecho.

─Cissy, por favor habla conmigo, no me ignores así. Sé que estás molesta todavía y tienes razón, pero yo quiero arreglar las cosas contigo y quiero que me perdones. Quiero que me des otra oportunidad.

La castaña no respondió, sólo siguió mirando por la ventana.

─Vamos, por favor, no seas así. No puedes callarte para siempre, tenemos que hablar y aclarar lo que pasó, tenemos que...

─Qué música tan aburrida. ─me interrumpió y se acercó al panel de control del coche.

Fruncí el ceño y rápidamente sentí algo de molestia en el pecho.

─¿Qué? ¿La música? ─bufé intentando sonar calmado─. ¿Eso es lo único que te importa ahora? ¿La música?

─Sí, Wardell. ¿Tienes algún problema con eso? ─respondió mirándome con tanta frialdad que casi sentí que sus ojos me atravesaban como un rayo.

─Sí, sí hay un problema. ─repuse─. El problema es que no me estás escuchando ni dando la importancia que me merezco, es como si...

─Ah, mucho mejor. ─me interrumpió una vez más─. Me encanta esta canción.

Y como si yo fuera un trozo de mierda, le subió todo el volumen a la música.

─¡Hey! ─gruñí algo enfadado─. ¡Baja eso que no puedo oír nada!

─Esa es la idea. ─sonrió con malicia.

Oh, esto debe ser una puta broma.

─Está bien, haz lo que quieras, Narcissa, pero no podrás ignorarme para siempre. Tarde o temprano tendrás que hablar conmigo, quieras o no.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora