𝟮𝟯| 𝗦𝗜𝗘𝗠𝗣𝗥𝗘 𝗩𝗨𝗘𝗟𝗩𝗘𝗡.

962 115 64
                                    

Estaba teniendo un sueño maravilloso pero por alguna razón ya no podía recordar qué era, quizás porque algo me sacó del sueño y me hizo despertar lentamente. Era un ruido lejano, como un zumbido o un murmullo, abrí los ojos con pereza y me encontré con la pantalla de la televisión iluminando toda la habitación.

¿Qué hora era?

No recordaba haber encendido la televisión antes de dormir, así que en medio de la confusión me froté los ojos tratando de enfocar la imagen, era una película de terror, con sangre y muchos gritos, sentí un escalofrío y me pregunté si a lo mejor eso había sido lo que había interrumpido mi hermoso sueño.

De pronto, otro ruido me sobresaltó, pero este lo escuché más cerca, claro y fuerte. Sonaba como una bolsa crujiente, como si alguien estuviera comiendo papas fritas o algo por el estilo.

─¿Qué carajos? ─susurré casi que para mis adentros.

Me incorporé en la cama y miré a mi alrededor, no había nadie más en la habitación, sólo mi equipaje y yo. Alcancé el control remoto y apagué la televisión, el silencio se hizo presente y de la nada un par de murmullos llegaron a mis oídos.

Al principio se me dificultó comprender lo que decían las voces, pero luego de unos minutos mis oídos lograron entender con claridad.

Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tú nombre.

¿Acaso alguien estaba... rezando?

Venga a nosotros tú Reino, hágase señor tu voluntad tanto en la tierra como en el cielo. 

Sentí un nudo en el estómago y un sudor frío bajando por mi frente, ¿Acaso alguien se había escondido en el armario o... debajo de la cama?

Seguro es una de esas locas fans de Steph, o peor aún, ¿Qué tal si es... un fantasma?

Inspiré profundo y miré a mi alrededor intentando encontrar algo para defenderme, pero sólo habían almohadas y más almohadas regadas por todo el lugar, excepto por la revista que estaba puesta sobre la mesa de noche, misma que tomé y enrollé con fuerza para luego gatear hasta el otro extremo de la cama y cuando finalmente estaba llegando al borde... miré hacia abajo.

Lo que vi me dejó sin aliento, era una masa rubia tirada en el suelo junto a una bolsa de dulces y latas de refresco. Me costó unos minutos reaccionar y comprender que la masa rubia era en realidad una chica, de mejillas coloradas, contextura regordeta y cabello dorado, misma que se encontraba con las manos unidas mientras rezaba un padre nuestro a todo lo que le daban los labios.

Abrí la boca para poder gritar pero antes de que pudiera mover mis cuerdas vocales, la chica abrió los ojos, me vio y claramente también se asustó. Ambas nos quedamos mirando fijamente por unos segundos sin saber qué hacer o decir, pero luego, al mismo tiempo soltamos un grito tan fuerte que seguramente lo escucharon mis vecinos en Boston.

─¡¿Quién eres tú y cómo entraste a mi habitación?! ─grité levantándome de la cama rápidamente.

La mujer se incorporó y de la nada también se había puesto de pies. 

─¡Contesta! ─y sin previo aviso le lancé la revista directo a la cara, misma que no logró esquivar a tiempo así que se dobló en dos y se llevó la mano al rostro para intentar apaciguar el dolor. 

─¡Auch! ─se quejó─. ¡Tranquila, no te voy a hacer nada, soy Penny, tu nueva asistente personal!

─¡¿Mi qué?! ─gruñí sin darle crédito a mis oídos.

─Tu asistente personal, el señor Stephen me contrató para ayudarte con lo que necesites y acompañarte todo el tiempo, también me dio la llave de tu habitación para que te trajera algo de comer. 

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora