Después de un vuelo de casi seis horas y media llegamos a San Francisco. Hice un par de llamadas y una camioneta nos recogió en el aeropuerto, así que ahora nos encontrábamos mirando a través de la ventana del carro esperando a que nos dejaran en el hotel.
Las casas victorianas de colores pastel adornaban las calles como joyas, me imaginaba viviendo en una de ellas, con sus torres, balcones y ventanas de cristal, lucían tan elegantes y acogedoras al mismo tiempo.
La ciudad estaba envuelta en una neblina matinal que le daba un aire de misterio y encanto, apenas había tráfico, lo que me permitía apreciar mejor los edificios históricos, los parques verdes y el imponente puente que se alzaba a la distancia sobre la bahía, el famoso Golden Gate.
─¿Te gusta la ciudad? ─pregunté girando mi atención a Cissy, quien no se había despegado de la ventana ni por un segundo.
Sus ojos buscaron los míos y me quedó mirando con emoción por unos minutos, ambos íbamos en el asiento trasero de la camioneta en completo silencio y estas eran las primeras palabras que le había dirigido desde que nos subimos al coche.
─Stephen, San Francisco es... es una maravilla. ─contestó con la mirada brillante.
Me sonrió y yo le respondí con ojos amables para luego regresar mi atención a la ventana, donde luego de unos quince minutos apareció un gigantesco edificio brillante, lujoso y del cual sólo destacaban los colores blanco, negro y detalles en dorado.
─Es aquí. ─dije abriendo la puerta a toda velocidad para luego darme la vuelta y ayudar a bajar a Cissy.
Un botones apareció para encargarse de nuestras maletas mientras Narcissa y yo ingresábamos al hotel a toda velocidad. Hacía frío, y no estaba seguro de si a lo mejor se debía a las típicas temperaturas gélidas que siempre había por las mañanas, pero podía ver los pezones erectos de Cissy abultarse debajo de la tela de su blusa.
─Señor Steph, el señor Kerr nos notificó que llegaría en cualquier momento, su habitación está lista. ─mencionó la chica de recepción en cuanto me vio cruzar la puerta.
─Sí, de hecho quiero que me den una habitación extra, y que esté en el mismo piso que mi suite, por favor. ─sonreí acercándome al mostrador junto a Narcissa.
La mujer frunció el ceño ligeramente confundida intercalando la mirada entre Cissy y yo, pero por suerte no se atrevió a decir nada.
─Muy bien, aquí están las llaves de las puertas. ─dijo extendiendo lo que parecían ser dos tarjetas de crédito blancas─. ¿Algo más?
─Sí, de hecho acabamos de tomar un vuelo de casi siete horas, estamos cansados y tenemos hambre, así que envíen servicio a la habitación con algo de comida y cancelen la limpieza por la mañana, no quiero que la despierten, ella necesita descansar. ─mencioné tras tomar las llaves y entregarle un par a la chica junto a mi.
─Entendido, señor Curry.
Sonreí con gentileza y le hice una señal a Cissy indicando que ya podíamos irnos hasta que recordé algo importante.
─Oh, y por favor, envíen la comida a mi habitación, la chica y yo cenaremos juntos. ─aclaré.
─¿Hay algo en específico que quiera comer, señor?
Bajé la mirada intentando pensar y cuando estuve a punto de mencionar algo como jamón ibérico de bellota, pasta con trufas blancas o risotto con mariscos la voz de Cissy se me adelantó.
─Hamburguesas con papas fritas, y de beber, la Coca-Cola más fría que tengan, y con bastante hielo, por favor.
La recepcionista se quedó congelada por unos minutos, intercaló la mirada varias veces entre Narcissa y yo y finalmente habló de nuevo.
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NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.
Roman d'amour❝¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para sobrevivir? Descubre la historia de una joven universitaria que, en su desesperación por conseguir dinero para seguir con sus estudios, se convierte en donante de óvulos en un prestigioso hospital de l...