𝟮𝟬| 𝗨𝗡 𝗠𝗘𝗦 𝗘𝗡 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔.

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No podía creer que esto estuviera pasando, hace unas horas estaba de lo más tranquila paseándome por la ciudad y ahora estaba aquí, en una cama de hospital con algunos moretones y un suero en el brazo, pero por suerte el bebé estaba bien.

No podía evitar recordar la mirada de Steph, parecía tan... feliz, orgulloso y enamorado ante la idea de tener un hijo, casi como si hubiera estado esperando más de media vida para este momento, y de hecho, ahora se me empezaba a dificultar verlo como lo que era; el arrogante y egoísta dueño de la muestra de esperma que arruinó mi vida. 

Desde aquellas palabras que me dijo momentos antes del ultrasonido no ha parado de actuar atento, cariñoso e incluso divertido, y aunque yo no pensaba reírme por ninguno de sus chistes, a las enfermeras y doctoras sí les hacían mucha gracia.

Se veía tranquilo, y aunque tenía miedo de equivocarme, algo en lo más profundo de mi corazón me decía que quizás... no debía ser tan rápida, pero que a lo mejor en algún momento lejano podría empezar a confiar en él.

Por órdenes de Stephen me habían ingresado a la suite, que por cierto, no lo había visto desde que llegué a la habitación. Disfrutaba del silencio y la soledad, el lugar era muy lindo, había un sofá de cuero, una mesa con flores, una televisión de plasma y un baño privado. La salud en Estados Unidos era realmente costosa, apuesto que al castaño le costó mucho dinero pero seguramente para él no significó nada.

Estaba posada de pie junto a la ventana mirando el horizonte del deslumbrante Boston, con sus rascacielos modernos y sus luces brillantes, era una vista hermosa, pero también me recordaba lo pequeña e insignificante que era alguien como yo en comparación con esta gran ciudad. 

Suspiré y me acomodé la mano en el vientre, estaba cansada y tenía mil cosas rondando por mi cabeza, demasiadas preguntas sin respuestas que sólo...

─Lamento la demora, ¿Cómo te sientes Cissy? ─una voz interrumpió mis pensamientos─. Te traje esto. ─dijo extendiendo una bolsa en mi dirección.

─¿Qué es eso? ─demandé saber dudosa antes de tomar el paquete.

─Ropa cómoda, unos pantalones de chándal, una camiseta y un par de zapatillas, así podrás quitarte de una buena vez esa horrible bata. 

─No tenías que molestarte, es demasiado.

─No es nada, sólo quería... ─y de la nada empezó a balbucear─. Tú sabes, aún me siento mal por todo lo que pasó entre nosotros, es sólo que... no puedo dejar de pensar en el hecho de que fui un imbécil, no debí tratarte así.

Tomé aire con fuerza por la nariz y lo dejé escapar lentamente a través de mis labios. 

─Stephen, no quiero hablar de eso ahora, no de nuevo, por favor, estoy muy cansada, y además, creí que ya había quedado todo claro entre nosotros. 

El castaño se aclaró la garganta y cruzó los brazos. 

─Lo sé, pero... es que me siento culpable, ya sabes, el embarazo, el accidente, el asunto de Rachel...

─¿Qué hay de ella? ─lo interrumpí abruptamente tratando de lucir ligeramente preocupada, aunque para ser honesta, realmente no me importaba un carajo esa rubia.

─Bueno... sí, está en California, se ha operado los pechos de nuevo, se los han arreglado otra vez.

Bajé la mirada y los flashbacks del pecho desinflado empezaron a golpear mi cabeza.

─Vaya, ¿Y está bien?

─Dios, ¿Dónde aprendiste a golpear así? ─demandó saber con cierta gracia en su tono de voz.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora