𝟳𝟬| 𝗕𝗔𝗡𝗤𝗨𝗘𝗧𝗘 𝗗𝗘 𝗠𝗘𝗡𝗧𝗜𝗥𝗔𝗦.

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Mientras me sentaba en la sala, sosteniendo la taza de chocolate caliente que ahora estaba más fría que la nariz de un perro, no podía creer lo que estaba sucediendo. Steph había traído a su madre a Boston y yo no tenía ni idea. Habíamos hablado sobre esto antes, sí, pero no esperaba que sucediera tan pronto, y mucho menos sin que me avisara. Me sentía como si estuviera en piloto automático, mi cuerpo estaba allí, pero mi mente estaba en otra parte.

Podía escuchar gente paseándose por la habitación de al lado, lo que al parecer era el comedor. El aroma a comida era maravilloso y el olor a chuleta asada me hacía querer tragarme una vaca entera ahí mismo. Steph y su madre habían estado hablando durante todo ese tiempo, sobre cómo Steph llegó a la NBA y sobre cómo su matrimonio con Rachel no había funcionado, así como las veces que Rachel lo engañó y lo utilizó para sacarle dinero.

No podía evitar sentirme un poco molesta. ¿Por qué Steph no me había dicho nada sobre la llegada de su madre? ¿Acaso no confiaba en mí? Y ¿por qué su madre tenía que ser tan elegante y organizada, todo lo contrario a Steph, que era celoso y testarudo? Siempre tuve una personalidad fuerte, un poco egocéntrica y quizás... mimada, pero eso no significaba que no pudiera lidiar con la madre de Steph. Simplemente no entendía por qué Steph no me había avisado antes, y entonces ahora yo estaba aquí con estas fachas mientras Tiffany lucía como una maldita princesa.

─¿Y qué hay de ustedes? ─la voz de la mujer interrumpió mis pensamientos─. Dios mío, hemos estado hablando durante más de una hora y olvidamos hablar de lo más importante.

Tomé un respiro profundo y traté de mantener la calma, no importaba lo confundida o molesta que estuviera, no iba a dejar que se notara.

─¿Cómo se conocieron mi hijo y tú, Narcissa, preciosa? ─sonrió de oreja a oreja dejando ver una dentadura blanca, brillante y perfecta, acompañada de una curiosidad que rozaba la intrusión.

Hubo un breve silencio incómodo entre Steph y yo. La tensión era palpable y sabía que quizás a la madre de Steph no le gustaría mucho saber cómo una mujer como yo había terminado embarazada de un hombre como él.

─Pues verá...

─¡¿Dónde está Curry?! ─un grito a la distancia cortó mis palabra.

No estaba segura de qué decir ya que nuestra historia era un poco complicada, pero justo en ese momento, escuchamos voces y risas ingresando a la casa. Para mi sorpresa, de la nada aparecieron cuatro hombres en medio de la habitación.

─¡Muchachos! ─saltó Stephen emocionado. 

Eran Draymond, Klay, Donte y Jordan. Todos iban abrigados como para ir al polo norte y sus zapatos iban cubiertos de nieve mientras organizaban algunas maletas de su equipaje a un lado de la entrada.

─¡Dios, qué rápido llegaron! ─dijo el castaño mientras iba saludando uno a uno hasta que llegó a Klay, donde a pesar de que la sonrisa en sus labios se borró de inmediato, aún así lo abrazó.

Todos parecían demasiado contentos y felices, pero el que se veía más entonado era Donte. Llevaba el rostro del mismo color que su cabellera pelirroja y sus ojos cristalizados por el alcohol delataban que estaba borracho como cosaco, incluso se tambaleaba débilmente de un lado a otro y tuve que reprimir una sonrisa al verlo.

─¡Cissy! ─exclamó Jordan, el cual no me quitó la mirada de encima desde que puso un pie en la habitación.

─¡JP! ─respondí en el mismo tono y me levanté del sofá para saludarlo, ya que el moreno me esperaba con los brazos abiertos.

En ese momento, me olvidé por completo de la pregunta de la madre de Steph. 

─¿Qué hacen aquí, muchachos? ─pregunté, aunque ya me imaginaba la respuesta.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora