𝟳𝟲| 𝗕𝗢𝗗𝗔𝗦 𝗬 𝗙𝗨𝗡𝗘𝗥𝗔𝗟𝗘𝗦.

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Estaba sentado en una habitación llena de gente, pero era como si estuviera completamente solo. Las voces, los susurros, los gritos... todo se mezclaba en un zumbido lejano que apenas podía procesar. Mi mirada, perdida, se clavaba en algún punto, pero realmente no veía nada. Los labios me dolían de lo resecos que estaban. Había pasado días sin probar bocado, pero eso ya no importaba. Hace tres días que mi estómago dejó de pedirme comida, y yo me había obligado a no sentir hambre, ni sed, ni sueño ni cansancio. Simplemente, no sentía nada.

Narcissa llevaba una semana desaparecida. Una semana. Y en ese tiempo, mi mundo se había detenido. Todo se apagó. El ruido, el bullicio, la importancia de las cosas que antes me importaban, como los malditos Playoffs. Nada tenía sentido si ella no estaba aquí. Si mi mundo se detuvo, el de los demás también tendría que detenerse. Y así fue. Aplazaron los partidos indefinidamente. Los directivos de la NBA decidieron que era un estado de calamidad, y yo no me quejé. No iba a volver a la cancha hasta que supiera algo de ella, hasta que la viera nuevamente.

Pero la incertidumbre me estaba consumiendo. Cada día era más difícil levantarme, y sin embargo, seguía ahí, sentado, como si estuviera esperando que el tiempo pasara más rápido, o que el dolor que se había instalado en mi pecho se desvaneciera, pero no lo hacía. Me sentía vacío.

Estaba perdido en mi propio silencio cuando escuché una voz a lo lejos. No lograba distinguir bien lo que decía, pero poco a poco fue penetrando el murmullo de fondo que llenaba la sala. Al reaccionar, me di cuenta de que era Seraphine, la madre de Cissy. Me quedé paralizado por un segundo, el nudo en el pecho se apretó tanto que casi no podía respirar. 

─Dios mío... ─hablé con dificultad y las lágrimas comenzaron a caer.

Ahí, en ese momento, me sentí como un completo imbécil. No solo Cissy no estaba, sino que mi madre tampoco. También se la habían llevado. Cissy, mi madre y Camille, las tres desaparecidas sin dejar rastro.

Pero yo sabía bien quién las tenía. No podía borrar de mi mente esos ojos de loco, esos ojos de psicópata. No me dejaba olvidar lo que pasó esa noche. Ese maldito ni siquiera me permitió acercarme a Narcissa. Ella estaba inconsciente, y él, con una mano, la subía a su coche destartalado mientras con la otra nos apuntaba a mi y a Ja. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

Pensé que Morant sería el más bravo de los bravos, pero fue ahí, en ese momento, cuando me di cuenta de lo que realmente valía. Aunque no pudimos impedirlo, aunque todo lo que hicimos terminó en tragedia, Ja no dudó ni un segundo. Billy le disparó en el hombro, pero antes de caer, Ja logró alcanzarlo en la pierna. Fue un intento desesperado, y aunque no sirvió para detenerlo, nos dio una mínima esperanza de que el infierno aún no había terminado. Porque, si Billy estuviera muerto, Cissy, mi madre y Camille, ya habrían vuelto.

Seraphine se acercó lentamente, sosteniendo una bandeja con comida que había pedido. Apenas me miró a los ojos antes de hablar, con una voz suave, pero firme.

─Steph, te traje algo de comida. Debes comer algo, hijo, y descansar. Te ves pálido y tienes ojeras, así que lo mejor será que vayas a la cama. Si quieres, puedes subir a la habitación de Cissy, y en cuanto sepa cualquier cosa, te lo diré.

Me quedé inmóvil, mirándola sin entender. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Me acababa de decir que comiera y que durmiera, como si todo esto fuera normal? 

─¿De verdad me estás diciendo eso, Seraphine? ¿Cómo puedes pedirme que coma y duerma cuando ni siquiera sabemos si Cissy ha comido algo en días? ─la miré fijamente, y mis palabras salieron más rápidas y cargadas de dolor─. ¿Cómo puedo ser tan egoísta de pensar en mí mismo, en descansar, mientras ella está ahí afuera? Quizás no ha bebido ni una gota de agua, no ha tomado una ducha, y tal vez está aguantando frío... ¿Y tú me pides que duerma?

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⏰ Última actualización: Oct 12 ⏰

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