𝟲𝟱| 𝗟𝗔 𝗣𝗘𝗥𝗥𝗔 𝗗𝗘𝗟 𝗔𝗕𝗥𝗜𝗚𝗢 𝗡𝗘𝗚𝗥𝗢.

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─¡Esta mierda es inaceptable! ─gritó el entrenador por milésima vez, pero en esta ocasión hizo tanta fuerza que soltó un quejido de dolor y tuvo que apretarse un poco más la bolsa de guisantes congelados contra el ojo, que según él, lo ayudarían a disminuir la hinchazón de su rostro moreteado.

Sentía el frío cortante del aire acondicionado que me helaba la piel, estaba sentada junto a Steph y al resto del equipo en la sala de eventos del hotel, a contados minutos de salir rumbo al aeropuerto con destino a Los Ángeles. El entrenador nos había citado para reprendernos por la pelea del último partido. Yo era la única mujer presente, y como si eso no fuera lo suficientemente incómodo, todos me evitaban la mirada. 

El entrenador no paraba de gritar, de decirnos lo inaceptables que habíamos sido y lo irresponsables que éramos, pero sobre todo lo mal que habíamos dejado no sólo al deporte, sino al equipo. Nos había mostrado al menos unas diez veces el video que había grabado un fanático, donde se veía con claridad cómo una mujer embarazada saltaba la valla de seguridad y le rompía la nariz a Hachimura de un solo puñetazo; lo triste es que esa mujer era yo.

Cada vez que lo veía sentía un nudo en la garganta, no podía creer lo que estaba viendo. Es que... ahí estaba yo, en la pantalla gigante, lanzándome como una loca sobre el jugador de los Lakers que había empujado a Steph, y juro por Dios que por un segundo yo... yo realmente olvidé que estaba embarazada, no pensé en nada más, no pude pensar en nada más.

La sala estaba en completa oscuridad, excepto por la luz del proyector que iluminaba la pantalla. No había ningún otro sonido que la voz del entrenador, que nos taladraba los oídos con sus reproches. Steph me tomaba de la mano pero no me decía nada, no sabía si estaba enfadado conmigo o algo peor, en especial porque desde la pelea casi no me había dirigido la palabra. 

─Al menos la liga no presentará ninguna demanda y los Lakers tampoco. ─dijo Kerr con voz severa─. Los de arriba lograron llegar a un acuerdo con ellos y decidieron dejarlo pasar, en especial porque aunque... el inicio de los ataques fue de parte nuestra, ellos también respondieron, así que supongo que el cuerpo administrativo del equipo pasará algo de dinero bajo cuerdas y aquí no ha pasado nada. 

─Disculpe...

─¡Cállate Draymond! ─lo interrumpió el entrenador de inmediato─. ¡Tú eres al que menos quiero escuchar, con un demonio, golpeaste a cuatro jugadores diferentes, Green, a cuatro!

El moreno apretó la mandíbula y desvió la mirada.

─En fin. ─suspiró con frustración y retomó el sermón─. Que los de arriba lograran llegar a un mutuo acuerdo no significa que nosotros como equipo no tengamos que tomar medidas, así que esta mañana hicimos una reunión por videoconferencia y llegamos a la conclusión de que...

De la nada su mirada encontró la mía, se mantuvo analizándome como si estuviera leyendo una lista con mis pecados dentro de su cabeza y luego de unos largos segundos finalmente enfocó a Stephen.

─Tu mujer deberá regresar a casa, Steph. ─soltó sin más.

¿Pero qué acababa de decir?

─¡¿Qué?! ─exclamó el ojiverde, incrédulo─. ¿Me estás diciendo que quieres que Cissy se vaya? ¿Que la separe de mi?

─Sí, eso es justo lo que te estoy diciendo. ─afirmó el entrenador sin titubear─. Y no es lo que quiero, pero es lo que el equipo necesita. 

─¡Ella es todo lo que tengo, y lo sabes muy bien, Kerr! ─el castaño se puso de pies sin soltar mi mano. 

─Sí, sí, sé que Cissy es todo lo que tienes, lo sé, Steph, y te admiro por ser un hombre de familia, pero también eres un jugador profesional y tienes que pensar en lo que es mejor para tu carrera y para el equipo. ─pude verlo tomar aire con fuerza y desviar la mirada─. Y lo mejor es que Cissy se quede en casa, descansando y cuidándose el embarazo.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora