𝟳𝟰| 𝗘𝗟 𝗣𝗔𝗣𝗜 𝗗𝗘 𝗝𝗧.

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Salí de la entrevista en vivo con una mezcla de emociones que no lograba descifrar del todo. Conduciendo mi camioneta rumbo a Saint Junípero, la narración del partido de los Warriors contra Boston resonaba en la radio. Aunque los Golden State iban arriba por quince puntos, dejé de prestar atención al juego hace mucho tiempo. Mi mirada se perdía en la carretera cubierta de nieve, mientras el limpiaparabrisas bailaba de un lado a otro, quitando el agua de lluvia del cristal.

Camille estaba sentada a mi lado, su voz se escuchaba distorsionada después de casi veinte minutos hablando de Vlad y de lo irresponsable que había sido al mudarse a Italia, sin importarle nada más. Asentí de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, atrapada en un torbellino de pensamientos y recuerdos que no me dejaban en paz.

Me parecía una estupidez, pero realmente no podía dejar de pensar en la escapada romántica de Vlad, y de paso sentía que se me revolvía el estómago al pensar en Klay. Klay simplemente desapareció, se fue del país y, una vez que estaba del otro lado del mundo, con mi hermano, le envió un correo a Steve Kerr diciendo que estaba bajo demasiado estrés y que por eso había decidido irse de vacaciones. 

Sí, vacaciones.

El muy hijo de puta ni siquiera fue capaz de decir la verdad; que se había escapado a Italia para vivir su romance adolescente con otro hombre.

Incluso Frannie, la asiática y gótica novia falsa de Klay, seguía siendo parte de aquella mentira. La perra publicaba mil fotos al día con un bikini diminuto en las calurosas playas de Isla Capri, haciéndole creer al mundo que todo estaba más que perfecto. Mientras tanto, a pesar de las mil amenazas que el entrenador le hizo a Klay, Kerr y los jefes del equipo no tuvieron más opción que tapar la verdad, diciendo que Klay se había lesionado en uno de los entrenamientos, y que por eso había desaparecido en medio de la etapa más importante de los Playoffs.

Al fin y al cabo, el equipo no toleraría un escándalo más, y menos en las finales de uno de los juegos más importantes de Estados Unidos.

De repente, sentí un calor en el brazo. Reaccioné y me di cuenta de que Camille me había golpeado, pues al parecer estaba tan perdida en mis pensamientos que no respondía.

─¡Cissy! ─exclamó Camille, señalando el retrovisor─. Ese auto nos ha estado siguiendo desde que salimos de la entrevista.

Fruncí el ceño y enfoqué el coche en el espejo. Era un viejo Chevrolet Aveo, con varias abolladuras y pintura desgastada que apenas se distinguía. El coche iba a una distancia considerable de la camioneta, pero aún así, yo no iba tan rápido como para que el carro no hubiera podido rebasarnos hace varias cuadras.

─¿Estás segura de que nos está siguiendo? ─pregunté, tratando de mantener la calma.

Ella asintió con firmeza, y dijo:

─Sí, ha tomado las mismas calles que nosotras, así que no creo que sea una puta coincidencia. 

Bajé la vista por el espejo y enfoqué a Harry, quien iba profundamente dormido en el asiento para niños en la parte de atrás. Gracias a Dios cuando estábamos en el edificio de Vogue, Harry había comido azúcar suficiente como para matar a un elefante, así que después de saltar como loco y casi trepar por las paredes del camerino, ahora estaba fundido como un tronco.

─Bien, vamos a comprobarlo. ─dije, girando el volante para tomar una calle lateral.

El Chevrolet siguió nuestro camino, manteniendo la misma distancia. Así que sí, efectivamente nos estaban siguiendo. 

─Mierda. ─murmuré, apretando el volante con más fuerza.

La tensión en el aire se hizo palpable, pero no iba a dejar que un hijo de puta me asustara. Llevaba una palanca de hierro bajo el asiento, y no iba a dudar en partirle la cabeza a quien quiera que fuera.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora