𝟮𝟵| 𝗘𝗡𝗖𝗔𝗥𝗡𝗜𝗭𝗔𝗗𝗢.

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Escuché un silbido a la distancia y empecé a abrir los ojos lentamente, a medida que despertaba sentí un olor a papas fritas y tocino que me besaba las fosas nasales.

Empecé a abrir los ojos y una sombra frente a mi me hizo dar un brinco del susto, sin embargo, me calmé al descubrir que era Penny, mi rubia asistente la cual se encontraba sacudiendo algo contra mi rostro. 

─¿Qué... carajo haces, Penélope? ─gruñí aún con la vista borrosa.

─Dios, pensé que no despertarías nunca. ─dijo llevándose la mano al pecho en señal de alivio.

Estaba aturdida y me costó unos minutos darme cuenta de que lo que realmente Penny estaba sacudiendo frente a mi era un billete de cien dólares.

─Vamos jefa, date prisa, se nos hace tarde. ─expresó con impaciencia.

─¿Tarde para qué? ─pregunté todavía aturdida sin poder olvidar el olor a dinero que me quedó en la nariz luego de que ella lo sacudiera frente a mi cara.

─Para salir, obviamente.

─¿Salir?

─Hoy es día de chicas, así que vamos a pasar la tarde con las wags.

─¿De qué hablas? ─me tallé los ojos─. ¿Dónde está Steph?

─Se fue temprano a entrenar con el resto del equipo, como siempre, es por eso que iremos al centro comercial a pasar la tarde de compras, pero primero debemos esperar a que los hombres vuelvan del entrenamiento ya que se supone que saldremos a almorzar todos juntos.

Tenía una sensación de vacío en el estómago, y de no ser por Penny la habitación estuviera completamente vacía, igual que el otro lado de la cama. Él se había ido y no sabía a qué hora se había marchado, ni siquiera le dio por dejar una nota o un mensaje. 

El día anterior había sido extraño, estaba confundida y no sabía qué pasaría entre él y yo después de lo que pasó. ¿Por qué no me despertó? ¿Acaso simplemente... no le importaba?

─Sólo saldré a comer con ustedes, pero no iré de compras, seguramente las wags irán a comprar en tiendas de moda muy caras y no puedo costearme ese tipo de lujos ahora, no traje suficiente dinero.

─¿Pero qué dices? ─bufó entre burlas─. Claro que puedes, porque mira lo que te ha dejado el señor Stephen antes de irse.

La chica introdujo la mano en su bolso, empezó a buscar algo y de la nada sacó una tarjeta negra de su interior.

─¿Qué es eso? ─entrecerré los ojos con incredulidad ya que aún veía algo borroso.

─Es una American Express Centurion Card, la tarjeta más exclusiva del mundo, no tiene límite así que puedes comprar lo que quieras con ella. ─dijo como si fuera cualquier cosa.

Abrí los ojos como platos y de inmediato mi vista se puso en alta definición.

─¿Una tarjeta Black? ─repetí sin darle crédito a mis oídos─. Ya olvidé la última vez que tuve una. 

─Bueno, pues qué maravilla jefa, porque hoy vamos a comprar en todas las tiendas del centro comercial. ─dijo dando pequeños saltos de un lado a otro.

─¿Estás bromeando?

─No, no, en serio, el señor Steph me la entregó esta mañana y me dijo que podíamos usarla para lo que quisiéramos, es una extensión de sus cuentas, pero está a tú nombre. 

Se acercó y me enseñó la tarjeta, y en efecto ahí estaba mi nombre grabado en la esquina inferior con una brillante letra plateada.

─¿Es... a mi nombre? ─expresé arrastrando las palabras.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora