𝟭𝟳| 𝗤𝗨𝗘𝗥𝗜𝗗𝗢 𝗗𝗜𝗢𝗦.

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Tenía la mirada perdida, no podía evitar que los pensamientos de Narcissa volvieran a mi mente una y otra vez, en especial porque desde que tuve aquel enfrentamiento con Vlad, he estado soñando con ella cada noche. Traté de alejar su imagen de mi mente pero era imposible, no podía dejar de pensar en ella, en su sonrisa y en su cabello largo y castaño. 

La tensión me brotaba por los poros, no podía evitar sentirme en peligro pero me sentía como un maldito imbécil al pensar en el hecho de que me preocupaba más algo tan mundano como mi seguridad personal que la obsesión que estaba empezando a tener con Narcissa. 

Las noches eran peores, pues cada vez que cerraba los ojos no podía evitar soñar con ella, y lo extraño era que cada noche se repetía la misma pesadilla aterradora, donde Cissy y yo íbamos en un bote mientras remaba con todas mis fuerzas para intentar llevarla a un lugar seguro, pero de pronto, la balsa se volteaba y Narcissa caía al agua. En el sueño yo me lanzaba de inmediato para intentar sacarla, pero algo me tomaba de los pies y me arrastraba hasta el fondo, intentaba zafarme con todas mis fuerzas pero luchar era inútil, sólo seguía bajando y bajando hasta que no podía respirar más.

Sabía que era sólo un sueño, pero juro por Dios que podía sentir con claridad el peso de Cissy sobre mis brazos y la frialdad del agua quemándome la piel, pero entonces, al despertar, me encontraba bañado en sudor, con la respiración agitada y el corazón a punto de reventarme el pecho. 

─¡Hey! ─escuché un grito a la distancia.

Tragué saliva con fuerza y parpadeé varias veces tratando de reaccionar, me costó un par de minutos darme cuenta de que me encontraba en la terraza del hotel, era nuestra última noche en Salt Lake City, terminábamos de eliminar a Utah Jazz y logramos avanzar en la tabla de los PlayOffs, todos mis compañeros estaban sentados a mi alrededor terminando de disfrutar de la cena antes de salir a un bar privado muy famoso de la ciudad, y aunque trataba de enfocarme en el presente, era muy difícil si no podía sacar a Narcissa de mi cabeza.

─¡¿Qué pasa Steph?! ─exclamó Draymond tras darle un trago a su vaso de whiskey─. ¡¿Por qué estás tan distraído últimamente?! 

─Lo siento, es sólo que... no puedo creer que terminemos de eliminar a Utah en su propio estadio. ─dije entre risas tratando de lucir calmado.

─Oye, Steph, por cierto, ¿Qué tal está Rachel?, no la veo desde lo que pasó aquel día. ─otro grito atrapó mi atención. 

Era Donte.

─Rachel está perfectamente bien, de hecho se está recuperando en nuestra mansión, está en Los Ángeles. ─respondí algo incómodo.

─¿No piensa presentar cargos por lo que le hizo tu otra chica? ─empezó a burlarse.

Presioné la mandíbula y me apreté la nariz por unos segundos tratando de controlar mis emociones.

─No, de hecho no, Rae sabe que si presenta cargos contra Cissy todo el mundo sabrá que sus tetas son falsas. ─dije dándole un sorbo a mi copa de vino tinto.

─¡Oh sí, Rachel, me acuerdo de sus tetas! ─gritó Draymond haciendo una señal con las manos frente a sus pechos─. ¡Buen tamaño!

De inmediato el dúo empezó a reír como si hubieran olvidado por completo que habían más personas escuchando la conversación.

─¿Por qué tienes que hablar así de mi esposa, hermano? ─fruncí el ceño.

El moreno se encogió de hombros.

─Solo estaba recordando viejos tiempos, pero no te preocupes, apuesto que con la nueva cirugía le quedarán mucho mejor que antes, y además, hombre, todavía hay algunas mujeres por ahí con las tetas más grandes que las de Rachel. ─dijo entre burlas y luego observó al pelirrojo en busca de aprobación─. ¿No es así, Donte?

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora