𝟳| 𝗖𝗢𝗦𝗔𝗦 𝗗𝗘 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔.

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Ya era viernes, estaba sentada en la parada de autobuses frente Aphrodite Medical Center esperando a llenarme del valor suficiente como para poder entrar y acabar con esto de una buena vez. Me sentía atrapada en un mar de emociones encontradas, no podía evitar mirar la entrada del hospital y ver cómo mi valentía se iba al carajo ante la presencia de los religiosos que protestaban afuera con sus carteles, folletos y biblias en mano.

Eran alrededor de diez personas, pero a causa de sus voces fuertes y estridentes me parecía que eran muchas más. Llevaba casi dos horas sentada y durante todo ese tiempo los escuché gritar en contra del aborto y pedir a los transeúntes que los ayudaran a recoger firmas para cerrar el hospital y revocar el derecho al aborto en todo el país. Me preguntaba cómo podían ser tan ciegos y egoístas.

Mientras observaba a los manifestantes, me sentía abrumada por la culpa y la tristeza, sabía que lo que estaba a punto de hacer no sería fácil, pero era lo correcto para mí. Era lo correcto para mi vida; no podía darme el lujo de tener un hijo ahora.

No estaba segura de que podría superar esta horrible experiencia, pero de lo que sí estaba segura es de que no dejaría que los manifestantes me detuvieran. Con la mandíbula apretada finalmente me puse de pies y comencé a caminar rumbo a la entrada del hospital, los religiosos parecían estar a punto de golpearme con sus carteles y tras ignorar sus miradas juzgadoras crucé el umbral de la puerta.

─Vamos, respira, respira. ─dije en voz baja intentando darme ánimos a mí misma.

En cuanto crucé la puerta me encontré con una sala de espera llena de mujeres, solo había unas cuantas que estaban acompañadas por sus novios o parejas, pero la mayoría estaban solas.  Algunas hablaban en voz baja mientras otras me miraban de reojo, incluso no pude evitar sentirme triste por ellas, seguro muchas experimentaban la desaprobación de su familia, en especial por las más jóvenes del lugar que no parecían estar por encima de los dieciocho años.

¿En qué estarían pensando? ¿Acaso estarían tan asustadas como yo?

Hablé con la chica del mostrador, quien me mandó a sentar una vez que le notifiqué el hecho de que mi cita ya estaba programada y me dijo que sólo restaba esperar. Mientras leía el folleto que me terminaba de dar la  mujer del escritorio sentí un nudo en mi estómago, pues a pesar de que sabía que era lo correcto para mí, la información sobre el procedimiento me hizo sentir aún más nerviosa y asustada. Hablaba sobre opciones en caso de que cambiara de opinión en el último momento y sobre un programa para mujeres que necesitaban apoyo emocional después de un aborto. Agradecí el folleto mentalmente y lo guardé en mi bolso, sintiendo que tenerlo en la mano durante todo el rato sería un recordatorio constante de lo que estaba a punto de hacer.

─Hola, ¿Cómo estás?

Una voz ronca me hizo regresar a la realidad, era una mujer de aproximadamente cuarenta años, cabello rubio canoso y manos arrugadas, tenía las encías negras y el olor a tabaco que desprendía su diminuta ropa era increíble, casi como si estuviera fumando y me soplara el humo en mis propias narices.

─Estoy algo nerviosa, ¿Y tú?

─Sí, entiendo, es normal. ¿Es tú primera vez aquí?

─S... sí. 

─Esto no es fácil para ninguna de nosotras, aunque bueno, yo ya he estado aquí un par de veces.

Se me revolvió el estómago y no pude evitar sentirme horrible por ella.

─Lo siento mucho. ─dije intentando sonar lo más honesta posible.

─Oh, no, no, no te preocupes linda, a veces es mejor no ser madre antes que ser una mala madre. ─la mujer colocó su mano sobre mi pierna y la apretó con delicadeza, el corazón me dio un vuelco y como por arte de magia me sentí un poco más tranquila.

NO ES TUYO, ES NUESTRO © » 1M8.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora