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—¡Despierta!

Hirving siente que jalan sus brazos, quiere abrir los ojos, pero todo el ambiente se ve oscuro aun a través de sus ojos y pensar en despertar cuando a duras penas había logrado quedarse profundamente dormido lo hace sacar una mueca. Solo se remueve un poco y volver al sueño.

—¡Hirving! —Escuchar la voz de Guillermo llamándolo lo hizo abrir los ojos de golpe, levantándose, casi hasta sentarse en la cama; aunque no pudo ver por la oscuridad algo se impactó en su rostro menos mal había sido un golpe ligero y suave; Guillermo lo había golpeado con el caballito de mar. —¡Lo siento! —De inmediato tomó el rostro de su novio y le dejó un beso. —¡Tú alarma sonó desde hace un rato y no te despertabas!

—A penas y dormí... —Dice tallando su cara para poder desadormecerse por completo, soltando un bostezo.

—¿Tuviste una pesadilla? —Desde que ha estado con él no había tenido ni una pesadilla que dominará su sueño; en cambio ahora parece que no lo invaden las pesadillas sino un horrible insomnio y en medio, su cabeza haciéndole pasar por una mala jugada.

—No... —Mira la hora en el despertador y no ve un espacio para discutir lo que rondó en su mente toda la noche. —Solo pensamientos... Raros.

Se levantó y con torpeza fue a buscar su ropa para cambiarse lo más rápido posible ya que como le dijo su novio, ya había dejado sonar la alarma desde hace rato, provocando el perder minutos para estar listo.
De ningún modo quiere crear incertidumbre en el omega como para decirle un nuevo "tenemos que hablar" y posponerlo en un día y un par de horas.

Ya está por irse y Guillermo se planta frente a él.

—¿Qué sucede? —Guillermo ve como Hirving lo observa de arriba a abajo, poniéndolo nervioso y provocando un carmesí en sus mejillas que Lozano no pudo observar debido a la poca luz natural de la mañana.

—Nada. Solo te amo —Lo tomó de la cintura para acercarlo y lo besó dulcemente. Gracias a lo que pensaba, aquella muestra de afecto pareció efímera y agridulce. —. Ya me voy.

—¡No! —El de rizos lo rodeó con los brazos, usando fuerza moderada, con un amor desbordado.

—Me despiertas para luego no querer dejarme ir, ¡qué tramposo! —Hirving se dejó hacer pues fácilmente podría salir de su agarre sin embargo adora estar tan cerca de él, deseando que su bella presencia le borre toda duda. Al estar tan cerca de su cuerpo puede absorber el aroma, en eso no hay diferencia pues siempre ha sido dulzón, sin empalagar.

—¡No te dejaré ir! —Bromea el omega.

—¡Oye...! —El alfa intercambia unos besos para ser liberado. —No me quiero ir, pero me tengo que ir.

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Durante todo el viaje ha sido suficiente para destrozarse las uñas. Quizás debió haberse quedado en casa.

De ser así, ¿por qué Guillermo lo ocultaba de esa forma?

Había más cosas a favor que en contra.

La contra tenía mucho peso y era peligrosa.
Conocía cuanto Guillermo anhelaba formar una familia; en caso de estar en cinta, de saberlo, jamás habría bebido todo el vino y toda sustancia que contuviera el mínimo de alcohol ni estaría entrenando, mucho menos seguiría jugando.

Por fin había llegado al hotel junto con sus compañeros. Su número de habitación le fue entregada y todos se fueron a instalar, casi todos bajaron al lobby a almorzar mientras él pidió la comida a su habitación.
Necesitaba hablar con alguien, que le dijera si estaba diciendo tonterías o que le soltara la verdad. Y sin dudar presionó el contacto de Diego.

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