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—Espero que seas muy feliz con tú omega… si es que te perdona porque lo hayas dejado solo e indefenso.

Dicho esto, el padre de Lozano comenzó a alejarse del cuerpo de su propio hijo que yacía en el suelo, retorciéndose después de los nuevos golpes que le habría propinado como una especie de despedida, muy a su manera, claro.
Pero, todo había terminado, ahora podía ignorar la existencia de Hirving al igual que todas las cosas alrededor de su nombre haciendo angelitos de nieve -o de billetes más bien- y disfrutando de otros tantos beneficios que había obtenido.

—E-espera… —Dijo Hirving entrecortadamente pues trataba de recuperar el aliento.

O quizás no.

—Nunca te he ayudado, no voy a hacerlo ahora.

—Puedes… ¿puedes callarte un segundo y escuchar?

—Tú dirás.

—Desátame y arreglemos esto como debimos arreglarlo desde un principio, como alfas. —Habló Lozano con voz firme, sin titubear.

—¿Cómo alfas, dices? —Preguntó irónico. Hirving asintió, tratando de soportar el dolor, aunque no es algo que se pueda hacer, sin embargo, en ese momento aseguró que podía hacerlo. De todos modos, ¿cómo se atrevió siquiera a pensar que podría pelear?

O peor aún, pensar en que puede salir invicto cuando las heridas ya se le han acumulado, a este punto es más fácil que salga muerto a que pueda escapar vivo; los fuertes golpes debieron haber alterado su percepción de la realidad.

—Rodrigo, si aceptara, no hay posibilidad de que salgas de aquí, no volverías a ver a Guillermo y…

—Ya sé, siempre es lo que tú digas, ya sé, como sea. ¿Me desatas o no?

—Tú actitud suena a sacrificio, uno muy estúpido. Habría muchas consecuencias y, a su vez, soluciones… —Habló mientras miraba el pobre aspecto de Hirving, dejando entre ver quién saldría de ahí victorioso. A su mente llegan los planes previos con los que quería atormentarlo. Su hijo ya estaba deshecho en todos los aspectos posibles y no tenía arreglo.

Entonces…

Ya tenía todos los beneficios a su nombre, invertiría una buena cantidad para seguir generando dinero y tener lo suficiente hasta los últimos días de su vida. Si aceptaba solo le quedaba inventarse una excusa para no levantar sospechas, mucho menos ir preso por lo que le sucedería a Hirving. En pocos segundos pensó en varias ideas que podrían sacarlo del apuro. Una de ellas: decir que fue él quien encontró lo que quedaba de Hirving porque llevaba días buscando inconsolablemente a su hijo para arreglar las cosas, podría incluso afirmar que por fin había recapacitado y aceptado la relación de su hijo con Guillermo Ochoa para así, quedar como el bueno.

Cualquiera podría compadecerse y empatizar con un padre que quiere arreglar todos sus errores del pasado, sobre todo con un padre que acaba de perder a su hijo.

—¿De verdad te sacrificarías por él? ¿Qué ha hecho Ochoa por ti?

—Amarme —Replicó Hirving inmediatamente, el hombre mayor puso los ojos en blanco. —. Guillermo me ama incondicionalmente, por eso voy a salir de aquí porque me necesita como yo a él.

El alfa mayor soltó un quejido de repulsión.

—Todavía me sigo preguntando de dónde aprendiste a ser así…

—¿Así como? ¿A demostrar mis sentimientos y protección por la persona que amo? —Lozano se removió para mostrar qué tan dispuesto estaba a pelear, aunque sus movimientos erráticos delataban el dolor que traía consigo. —. Lo aprendí de mi madre y no es algo que me avergüence pues ella siempre me amó y protegió, aunque ambos termináramos hechos mierda por ti. Pero quiero hacer que esté orgullosa de mí desde donde esté, sabrá que por fin pude defenderme de ti.

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