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Las primeras horas del viaje de vuelta a casa fueron algo silenciosas, en algún punto Hirving se vio con la obligación de decir alguna tontería o palabras amorosas para distraer al omega de cualquier mal pensamiento que pudiera cruzar por su mente. 

Hasta le recordó que debían reportarse con Diego ya que a estas alturas debía estar sumamente preocupado y en su estado no era adecuado hacerle pasar por tal angustia.
Cuando Guillermo lo llamó, ambos recibieron la gritadera y un sermón de Edson Álvarez y no era para menos, pues explicó que el pobre omega en cinta se puso triste porque ninguno de los dos le dio razones y se quedó llorando todo el día dentro de su nido.

La pareja, sintiéndose culpable pidió disculpas, más el otro alfa parecía realmente molesto y antes de empeorar la situación, acordaron hablar después, cuando los ánimos se calmarán.

Luego de unas horas, específicamente cuando llegó la hora de la cena, ambos decidieron detenerse para comprar algo de comida rápida y poder seguir el camino mientras entraba la noche. 
De vez en cuando, el tránsito se ponía lento entre eso o en las señales de alto la mano derecha de Lozano atrapó la mano izquierda del omega; entrelazó sus dedos y con su pulgar acariciaba sus nudillos. 

Al llegar la madrugada el tráfico disminuyó y llegaron mucho más rápido al apartamento. 

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14 de febrero

La mayoría de casas ya se encontraban a oscuras y solo se iluminaban por la luz de un pequeño farol, el clima de la madrugada era algo frío, sin embargo Guillermo sintió refrescante la ligera brisa que chocaba contra su cálida piel.

Al entrar al apartamento, Hirving se dejó caer boca abajo en el sofá, realmente agotado.

—¿Ya estás más tranquilo? —Preguntó el alfa.

Guillermo se acercó a él y le dejó un beso en la mejilla, aquel gesto lo interpretó como un agradecimiento por traerlo de vuelta.

—Sí… —Ochoa avanzó cabizbajo a su habitación. —. De nuevo, perdóname por arruinar los planes en Amalfi… estaba muy emocionado por invitarte a cenar y…

No continuó. Antes de que Hirving pudiera decir algo al respecto el omega fue directamente a bañarse sin importarle la hora, pues su piel seguía caliente y lo mejor para él en estos momentos era tomar un baño de agua fría. Salió lo más pronto posible con su pijama ya puesta pues estaba dispuesto a montar su nido.
A los pocos minutos escuchó que su novio también se metió a bañar y decidió aprovechar el tiempo a solas. 

Fue a su habitación y se quedó contemplándola un par de segundos. Un lugar tranquilo y privado, donde había pasado cálidos momentos con Hirving sería el espacio perfecto para desarrollar su nido. 

Se puso manos a la obra para colocar nueva ropa de cama, rápidamente cambió las sábanas por unas limpias y frescas que desprendían aroma a suavizante de telas. Busco varias mantas, las más calentitas, reconfortantes y suaves al tacto.
Seleccionó unas de sus prendas limpias, incluso se coló a la habitación de Hirving para tomar algunas prendas para colocarlas en la parte superior de la cama donde irían las almohadas, las cuales sacudió y moldeo para que quedarán presentables.

Toda esa precisión para que todo resulte especial y acogedor, no solo para él sino también para el alfa.

Esa farmacia donde se había quedado refugiado por un rato fue bastante funcional, imprimió algunas fotos y hasta encontró velas aromáticas, las cuales colocó en puntos estratégicos; reservadas para después, cuando llegará el momento indicado y en el estacionamiento recogió algunas ramas frescas.
Mientras continuaba trabajando en su nido, reflexionaba sobre ese momento indicado, al pensar en ello, un escalofrío recorrió su espalda no como algo malo más bien se sintió bastante… emocionado. Por fin se sentía cómodo después de lo acontecido horas atrás.
Le alegraba el hecho de estar en un espacio seguro y haber podido ingeniárselas para armar un nido con esa tranquilidad a pesar de tener un tiempo "limitado". El nido no se veía mal hecho, se miraba adecuado y eso era lo importante.
Escuchó a Hirving salir del baño e ir directo a su habitación. 

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