CAPÍTULO 40

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Por favor, toma mi mano
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Había un cuarto blanco, en una cama estaba recostado un anciano, varias máquinas estaban conectadas a su antiguo y arrugado cuerpo, generando un zumbido continuo en todo el cuarto. Una chica estaba frente a la cama y sostenía la mano del viejo.

—Hola, padre. ¿Te sientes bien?

Él ya no era capaz de ir al baño por su cuenta: tenía una bolsa unida a la vejiga, que lo ayudaba a recolectar su orina.

—Veo que estás bien. Dime, ¿cómo están mis hermanos? —Él no contestó—. No hay nada nuevo que contar entonces, yo creí que al menos Oko habría hecho algo interesante. —Él siguió sin decir nada—. Bueno, ahora que ya nos hemos puesto al corriente con la familia y esas cosas, podemos pasar a esto. —De un maletín sacó un papel con la palabra clasificado encima—. Espero que ya sepas lo que sigue. Por cierto, no te preocupes por los detalles, ya me encargué de todo personalmente, te aseguro que todo está de acuerdo con los intereses de la familia.

El anciano miró el papel y luego miró a la chica. Ella sonrió y le entregó una pluma, después él regresó la vista al papel: era documento de muchas páginas y fingió leerlas todas; le faltaba poco para ser llamado un hombre ciego.

—Si necesitas ayuda, solo dímelo. Mira, ignora todas las palabras que están aquí —señalo con su dedo—, en cambio está parte de aquí es muy importante: es lo que prueba su veracidad. Solo tienes que escribir tu nombre y firmarlo, ¿entiendes, padre?

Él pareció haberlo entendido y comenzó a escribir: las iniciales «G» y «a» eran legibles, pero las letras finales «n», «a», «n» eran solo garabatos; se detuvo antes de comenzar a escribir su apellido.

—¿Lo viste? —Ella se dirigió a un trajeado que estaba en una pared cerca de la salida, era su abogado, y él asintió—. Muy bien, podemos arreglarlo después. Padre, eso era todo.

La chica se levantó, usaba el uniforme de la academia Suichi'in: negro y con falda. Su abogado mantenía la puerta abierta.

—Te visitaré otro día. —Sonrió, pero no estaba feliz—. Tantos años han pasado y aún no puedo separarme completamente de ti... Aveces pienso que deberías morir de una vez, así al menos no sería yo la que te dejara.

Ella salió del cuarto y en el pasillo había una enfermera, que estaba cambiando los canales del televisor. Todos los canales compartían la misma noticia, acerca de la familia más poderosa del país:

«No hay escape para el imperio Shinomiya, reportan que veintiún ejecutivos han sido arrestados esta mañana, pero se espera que la cantidad aumente con el transcurso de la semana. ¿La razón? Se descubrió recientemente que varios ejecutivos presionaron, desde hace años, a distintas trabajadoras para conseguir intimidad a cambio de otorgarles nuevos contratos a las empresas que las contrataban. Y eso no es todo, amigos. Por si fuera poco, la empresa Shinomiya es dueña de una misteriosa red de personas encargadas de silenciar todos los escándalos sucedidos abordo de los cruceros de las filiales. Televidentes se recomienda precaución, esto es información sensible. La red se encargaba de tirar por la borda los cuerpos de varias mujeres que conocían los secretos "oscuros" de la empresa. ¡Enserio! ¡¿Qué más cosas retorcidas saldrán a la luz del grupo Shinomiya?, y viniendo de personas tan poderosas como lo son ellos, ¡¿qué tanto podría afectar a el país y sus habitantes?!».

Fuera del hospital, una limosina estaba esperando a la chica. La limosina se dirigió a la academia Suichi'in. Ya dentro, la chica caminó hacia la sala del consejo estudiantil y en ningún momento soltó el maletín.

—Las cosas se pusieron muy alocadas está mañana —dijo Ishigami—. ¿Me pregunto si la familia de Shinomiya también fue arrestada?

—No lo creo —respondió Iino—. Ninguno de sus familiares estaba en la lista de aprehendidos por la policía. Solo fueron un montón de empresarios.

¿La vida es una comedia romántica? | Kaguya-sama: Love is warDonde viven las historias. Descúbrelo ahora