CAPÍTULO 43

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El punto rojo
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Kaguya Shinomiya había desaparecido. El Consejo Estudiantil fue el primero en darse cuenta, querían que ella regresara, pero aun así no pudieron hacer nada más que solo esperar.

Los días se convirtieron en semanas y las semanas se convirtieron en meses. La escuela había perdido a su presidente, de nuevo, y la directiva consideró sus opciones: o se efectuaban nuevas elecciones o se elegía al nuevo presidente a partir del orden actual en el consejo estudiantil. Después de pensarlo, la directiva decidió hacer nuevas elecciones y, según la racha, esperaban no perder a su presidente por tercera vez en el mismo año.

El auditorio estaba lleno: con sillas ordenadas y estudiantes ocupándolas. Osaragi giró su cabeza hacia el costado, Iino estaba sentada ahí, y le dio un pequeño codazo en el hombro, diciendo:

—Miko, ¿por qué no quisiste participar?

—¿Otra vez?

Osaragi respondió con un «si».

—¿Qué más quieres que te diga? —dijo Iino, actuando como si no le importara—. Solo no quise postularme está vez.

—Muy bien, lo entiendo.

Osaragi regresó a ver hacia el frente.

—¿No dirás nada más? —dijo, mirándola con recelo. Osaragi no contestó y seguía mirando al escenario. Entonces, Iino habló—: Imagina que me postulará, que recitará mi discurso y que ganará. Al final, toda la escuela solo me recordaría como el reemplazo del reemplazo.

—Y luego dices que los demás tienen un tonto orgullo.

—¡Si, exactamente! —aseguró—. Ese tonto orgullo que muchos tienen provoca que no puedan hacer lo que quieren hacer.

—Ay no, otra vez... —susurró Osaragi, estaba cansada de escuchar: ya tenía grabado ese monologo en la memoria.

En el patio, Ishigami estaba debajo de un árbol, observando el cómo las hojas volvían a crecer, quería sentirse identificado con ellas. La fiesta de navidad era la que rondaba su cabeza, específicamente todo lo relacionado con Tsubame. Él pensó: «Y yo creía que no podía suceder algo peor que ser vomitado encima, pero vaya que al final si lo hubo...». Ishigami no se enteró cuando Tsubame se sentó cerca suya y le comenzó a hablar. Ella siempre guardó distancia.

—Yu... acerca de lo que pasó... Y-o... —tartamudeó—. Se que fui desconsiderada, no quería lastimarte y ahora debes odiarme... Lo siento mucho...

—No te odio... —Él se levantó y la miró a los ojos, ignorando que ella estaba con la cabeza hacia abajo—. Sabes que no podía hacerlo, al menos no con alguien que decía que no me amaba. Por eso voy a convertirme en una persona a la que puedas amar, aunque me cueste todo.

—Eso es muy lindo...

—¡¿Lindo dices?! —gritó Ishigami—. ¡¿Qué significa eso?! ¡¿A qué te refieres?!

Tsubame tenía un rubor en el rostro, el cuál era suficiente para saber que ella estaba feliz. En ese momento, el timbre sonó, haciendo que ambos tuvieran que entrar a la academia, pero antes de llegar a sus salones, Ishigami le agradeció a Tsubame: por haber sido ella y solo ella de quién se había enamorado.

Muy lejos de la escuela, en otra ciudad, estaba Fujiwara, quién miraba con asombro la entrada de un establecimiento: el famoso «Tom's restaurant». Ella entró al restaurante, el cual tenía una cantidad pequeña de clientes. Fujiawara busco una mesa con la mirada y vio una que estaba delante de una gran ventana. Al sentarse, un mesero se acercó y le preguntó a Fujiwara que iba a ordenar. Ella, sin ver el menú, contestó:

¿La vida es una comedia romántica? | Kaguya-sama: Love is warDonde viven las historias. Descúbrelo ahora