¿La vida es una comedia romántica? | Kaguya-sama: Love is war

CAPÍTULO 38

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Memory = Me morí
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El festival deportivo iniciaba finalmente. Shirogane participaba en cuatro eventos diferentes, confiando tanto en sus habilidades físicas como mentales para cumplir con lo que se esperaba del presidente del consejo estudiantil. El primer evento en el que participó fue en el baile del soran bushi, el cual ya había dominado por completo: golpeaba ferozmente el aire cada vez que la rutina lo ameritaba, se tensaba al nivel de la red, y cantaba con una intensidad tan grande que podía ser comparada con la de los antiguos pescadores.

Cada grado escolar tenía carreras dividas en dos equipos: el blanco y el rojo, donde los únicos que no formaban parte del equipo rojo eran la vicepresidenta Shinomiya y el consultor Caffrey. Ambos estaban recargados en una pared de la escuela, esperando su turno de correr.

—Me alegra no ser la única de este lado. —Sonrió—. Hay que esforzarnos juntos.

—El presidente es rápido y escuche que Ishigami no se queda atrás. Además, nuestro equipo no tiene mucha gente que los iguale, ¡no podemos perder! —Carraspeó un poco—. Pero algo me dice que vamos a ganar...

—Es verdad... Por cierto —señalo su cabello—, ¿puedes atarme este listón blanco?

Caffrey tomó el listón y lo enrolló en el cabello de Shinomiya, haciéndole una coleta, y con dos mechones de pelo cayendo de su frente.

—Oye quiero saber algo, dime si es verdad —dijo Caffrey.

—Claro, dime lo que quieras —dijo Shinomiya.

—Le dijiste al presidente que te gusta, ¿cierto?

—Tal vez lo hice o tal vez no. ¿Por qué te interesa saberlo?

—Antes no me dijiste si de verdad lo ibas a hacer y al final supe que hiciste algo solo por ver el compartamiento extraño del presidente —suspiró—. Además, solo es una pregunta sin importancia; no es como si me fuera a entrometer en su relación o algo...

—No seas tonto. —Palpó la mejilla de Caffrey—. Yo no estoy saliendo con nadie.

—Aún, como muchas personas.

—Tienes razón, aún no.

Repentinamente, gritos y chillidos salieron de un pequeño callejón; Hayasaka discutía por teléfono. «¡Dijiste que vendrías! ¡Si no te importo, entonces no hagas promesas que no puedes cumplir!». Ella estaba hablando con alguien importante, porque su rostro se llenó de lágrimas al terminar la llamada.

—¿Ese era su novio? —murmuró Shinomiya—. No sabía que Hayasaka salía con un chico.

—Eso fue rápido —dijo al mismo volumen.

—¿A qué te refieres? No me digas que ella y tú...

—No es lo que sea que pienses. Solo ignoremos este asunto.

—Bueno, lo haré solo si tú ignoras el asunto con el presidente.

—Tramposa. —Dirigió su vista a la pista de carreras—. El equipo rojo ya va a competir, pienso que a Fujiwara le gustara que la apoyes. Eso es de buenas amigas.

—Si, lo es... —Cerró los ojos—. Por eso voy a alentar a mi mejor amiga. Nos vemos.

Shinomiya caminó y llegó a la pista, donde comenzó a correr el equipo rojo de segundo año. La carrera tenía diferentes obstáculos: bardas, redes, trampolines, pasa manos y como prueba final, una caja de arena, donde las chicas tenían que hundir su cara y buscar una canica con su lengua. La secretaria Fujiwara completó el circuito en su totalidad, aunque no ganó.