11 AÑOS

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Eliza.

¿Qué clase de persona cruel pone matemáticas como primera materia en el primer día de escuela? Es el primer pensamiento que tengo cuando veo mi horario, dos horas de matemáticas a las siete de la mañana un lunes no es la mejor manera de levantar el ánimo.

Mucho menos un primer día en donde no conozco a nadie en esta escuela.

Mamá siempre dice que nunca es muy tarde para conocer amigos, claro eso lo dijo ya que nos tuvimos que mudar a una ciudad distinta antes de que empezara mi periodo escolar. Si estuviéramos aún en Texas tendría a mis vecinas Diana y Sharon como compañeras y aunque sea no tuviera que estar sola en esta jungla de personas.

¿Entiendo las razones por las que nos mudamos? Si, ¿Estoy bien con eso? Absolutamente no.

- ¿Por qué no abres? -le digo al casillero que por más que le pongo la clave que me dieron no abre - ¿Por qué no puedes cooperar en esto, casillero? Vamos a tener que pasar todo el año juntos.

-Tal vez porque ese no es tu casillero. -Dice una voz masculina a mi espalda.

Giro en seguida, encontrándome a un chico que parece de mi edad, su cabello rubio cae por su frente algo desordenado, sus ojos verdes me miran con algo de burla. En seguida siento el ardor de mis mejillas indicando mi sonrojo.

No podía pasar el primer día sin pasar vergüenza. Poco a poco me separo de su casillero para que pase.

- ¿Primer día? -Asiento a su pregunta -También es el mío y me tocó el peor horario de todos.

-Lo dudo, yo tengo el peor de todos -él se bufa de mis palabras - ¡Es cierto! Mira -le tiendo el papel que tiene mi horario.

Él lo mira con interés, por cómo va leyendo sus ojos se van engrandeciendo, me recuerda a mi hermana Elaine cuando mami le trae chocolate.

- ¡No te lo creo! Tenemos el mismo horario.

- ¿En serio?

El me entrega su horario y los comparo, ahora soy yo la que engrandece sus ojos, no lo creo, si tenemos el mismo horario.

Revisando el horario me doy cuenta también que definitivamente me equivoque de casillero, no es el 023, es el 013. Nota mental: no decirle a mamá, de seguro me dirá que necesito gafas. Le entrego el horario al chico desconocido, no tan desconocido quien acaba de cerrar el casillero.

-Eso quiere decir que nos dirigimos al mismo lugar.

-Tenemos el mismo sufrimiento -me dice riendo - ¿Vas a dejar eso en tu casillero? -dice señalando los cuadernos que tengo en mano.

-Si, no está tan lejos de aquí.

-Te acompaño, así si nos perdemos hacia el salón, nos perdemos juntos.

- ¿Por qué tendríamos que perdernos? -pregunto comenzando a caminar con él a mi lado.

-Nunca se sabe, es una escuela muy grande. Cuando llegué tenía mucho temor de perderme, aun lo tengo, pero mi hermana me dice que no es tan difícil después de la primera semana.

- ¿Tu hermana estudia aquí? -Él asiente a mi pregunta.

-Mia es cuatro años mayor, así que me preparo mentalmente para esto ¿Tu tienes hermanos?

-Dos menores, un hermano y una hermana.

- ¡Genial! Yo quería tener un hermanito, pero mis papas dijeron que la fábrica cerró, sea lo que sea que quieran decir con eso.

-Pídeles una mascota, es casi lo mismo -le sugiero llegando a mi casillero.

-No puedes reemplazar a un hermano con una mascota.

-Si pudiera lo haría -digo, sonriendo a la idea mientras abro el casillero.

Siento la mirada del chico rubio mientras dejo los libros que no necesito en el casillero, cuando volteo él me ve con entretenimiento en sus ojos.

-¿Qué? -le pregunto.

-Se te hace un hoyuelo en tu mejilla izquierda cuando sonríes -señala.

-Cállate.

-Es lindo.

-Hora de matemáticas - digo para cambiar el tema, él gruñe a mis palabras -Yo tampoco quiero, pero no se vería bien faltar a la primera clase.

O eso fue lo que mi mamá me dijo en cuanto me queje con ella.

- ¿Por qué tenemos que ver eso? ¿Por qué no podemos dar algo mejor? Como deportes o arte.

- ¿Te gustan los deportes? -Él asiente a mis palabras.

-Quisiera inscribirme en el equipo de baloncesto de la escuela, es mi deporte favorito, en cuanto mi hermana me dijo que tenían uno aquí empecé a practicar con mi papá todas las tardes.

-Pero no puedes entrar hasta que estés en tercer año.

-De seguro harán una excepción, si muestro lo bueno que soy.

- ¿Tan seguro estas?

-Soy muy bueno, voy a llegar a ser grande en el baloncesto, o eso dice mi papá.

Él se encoge los hombros. Sonrió a sus palabras mientras buscamos el salón de clase.

- ¿A ti no te interesa?

-No, me gusta verlo ¿practicarlo? no mucho.

-Yo te puedo enseñar, de seguro se pueden llevar mejor, hoyuelos.

-Solo si logras que te dejen entrar este año -le aseguro -. Y no me llames así.

-Trato y muy tarde, ya se hizo mi apodo -dijo extendiéndome la mano la cual estrechó.

Este es el asunto, se que no le dejaran entrar, el director me dijo que nunca dejan entrar a los de primer año, por ende, nunca tendré que practicar el deporte.

-Creo que este es el salón.

Veo el número encima de la puerta, A2, si es el mismo.

- ¿Te sientas conmigo? -me pregunta cuando entramos al salón.

Asiento a su petición y nos ubicamos en una mesa que queda en la mitad del salón.

- ¿Cómo es tu nombre? -me pregunta mientras esperamos que el profe llegue.

-Eliza, Eliza Sweet -veo como frunce el ceño al oír mi apellido, una reacción muy usual -. ¿Y tú?

-Connor, Connor Schwab.  

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