Capitulo 31

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Hanna

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Hanna

15 de enero

Volver es extraño, todo lo contrario, a lo que creí.

Estoy en casa, pero no se siente como tal.

—Lamento que tuviéramos que hacer varias paradas —se disculpa, nervioso—. Es pueblo está perdido. No sé cómo pudiste vivir ahí durante tanto tiempo.

Elevo una ceja.

—Cuidado en como hablar. Puedo irme y dejarte enfrascado con el problema —advierto, molesta.

Hace una mueca, dándose cuenta de que ya no queda ni un solo rastro de la mujer que era antes.

—Mañana comenzaremos con el trabajo. De nuevo, gracias por aceptar la propuesta —agradece, adquiriendo un tono serio.

Suelto un suspiro.

Detesto admitirlo, pero Travis tenía razón, el sentimiento de arrepentimiento surgió al estar en el aire.

Travis.

De solo recordar su mirada cuando salía de la casa me parte el alma. Lo deje ahí, suplicando que no me fuera. Él dijo que yo no era como su madre, soy peor que ella.

Tomo mi maleta, arrastrándola conmigo por el pasillo que conduce hacia la salida.

—Puedes quedarte conmigo en lo que te instalas en otro lugar —ofrece.

Detengo mis pasos, impresionada por su atrevimiento.

—¿Si recuerdas que mi mejor amiga vive aquí? —cuestiono, borde.

Tensa la quijada, consciente del desdén en mi voz.

—Solo quiero ser amable. Te debo mucho.

Si que lo haces.

—No bien aquí a socializar, ni recuperar mi vida anterior —informo.

—¿Entonces porque viniste? —lanza, frustrado.

Buena pregunta. Creí que sabia la respuesta, la repetí múltiples veces en mi memoria, interpretándola de mil maneras, justificando mis acciones. La verdad es que, en realidad, solo hay una razón acertada del porqué; por lo mismo que Travis subió al toro.

—No lo se.

Avanzo, queriendo salir lo más pronto posible de este aeropuerto. Estar aquí hace que quiera tomar el primer vuelo en dirección al rancho, cosa que no puedo hacer. Por fin lo dije, amo a Travis con todo mi ser, pero no voy a regresar, no hasta que logre mi cometido.

Vine aquí con una meta, una que no pienso dejar.

Ellos me quitaron todo lo que tenía, me hicieron parecer la peor profesionista del mundo, hicieron que mi trabajo de años no valiera la pena. Toda mi trayectoria como curadora de arte se fue al caño en un abrir y cerrar de ojos por un simple capricho. Cuando el barco comenzó a hundirse, todos saltaron con un salvavidas, excepto yo.

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