Capitulo 20

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Me dicen si les gusta el capitulo, 👉🏼👈🏼Bay

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Bay.


Travis

Mi comedor nunca había estado tan ocupado como lo está ahora. Son contados los asientos que se encuentran disponibles. En realidad, no recuerdo cuando fue la última vez que lo utilice, quizás para una noche de verificar las cuentas pendientes, como un escritorio para colocar enormes cajas. Cualquier cosa que fuera lo contrario de su verdadera función.

-Pásame las papas.

-¿Dónde dejaron el pollo en salsa?

-Dame la sal.

-No necesitas la sal. La comida tiene las cantidades perfectas.

Coloco mis codos sobre el comedor, apoyando mi mentón en mis manos convertidas en un puño, observando a las personas que no dejan de platicar, entretenidos.

-Vaya mandilón en el que te has convertido.

-Diego, cierra la boca.

-Si, señora.

A mi derecha esta Diego, a un lado suyo se encuentra Edgar, del lado izquierdo de mi cuerpo, el asiento vacío espera a ser ocupado Hanna, más allá Cassidy sigue lanzándole miradas furiosas a Diego.

-¿Vas a anotarte para el festival de este año? -interroga Edgar, sirviéndose una gran porción de vegetales- Escuché que traen toros muy peligrosos.

-No. He estado ocupado con un negocio que traigo entre manos. Quiero comprar un viñedo en el sur del estado -aviso, captando la atención de Diego.

-¿Es el que está tomando auge?

Asiento.

-Son pocas sus ventas, pero se que esta destinado a ser un éxito. Quiero ser parte de eso.

-Lastima. Las señoritas van a extrañarte mucho en el ruedo -comenta Cassidy, divertida.

-Mas para mi -sonríe Diego.

-Vamos, tú no te acercas a un Toro ni, aunque tu vida dependiera de ello -ataca ella.

Me carcajeo.

-Aquí está la salsa -avisa mi esposa, dejando el tazón en un espacio libre-. ¿Qué sucede?

Nos mira, curiosa por saber que es lo que tanto nos ha hecho reír.

-Hablamos sobre la falta de valentía en Diego -explico.

-¡Oye! -reclama el.

-Cenemos -ordeno.

Hanna me lanza una mirada mordaz. Me encojo de hombros, haciendo de la vista gorda.

Comenzamos a comer, siendo el ruido de los tenedores lo único que reine en la estancia, cómodos hasta que Diego decide abrir su inmensa boca llena de comida;

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