Hanna
21 de marzo
-Lo sentimos, el numero al que intenta llamar no se encuentra disponible...
Cuelgo, sin deseos de volver a escuchar el mismo mensaje
No hay día en el que no llame, que intente contactar, pero mis esfuerzos son en vano. El no responde la llamada, ni las postales que le he escrito, aunque, la verdad, no creo que las recibiera, o que supiera donde es que queda el buzón.
Las noches se volvieron eternas y solitarias, bautizadas con el frio de la luna. Los días resultaron convertirse en meses, alargando mi condena.
Solía tomarme mi tiempo con las obras de arte, dedicar un tiempo a entenderlas, descifrarlas. Ya que he vuelto a mis raíces, me doy cuenta de que no soy la misma. No suelo hacer las cosas que antes me volvían loca.
-¿Está terminada? -inquiere, cerrando la puerta.
Me levanto de la silla giratoria, aliviada de por fin poder irme.
-Si.
Guardo mi teléfono en mi bolso, eliminando cualquier rastro de mi presencia en el estudio.
-Es increíble. Si no estuviera frente a mí, no lo creería. La terminaste en tan poco tiempo. No me equivoque al perseguirte al otro lado del país -deja escapar, alimentando mi ego.
Cuelgo la correa del bolso sobre mi hombro, preparándome para irme en cualquier segundo.
-Si. fue difícil, pero disfrute cada segundo -confieso, parándome a un lado suyo.
Mis ojos caen hacia el frente, observando lo mismo que Tom.
Hay cierta fascinación en el hecho de ver la pintura y saber que volvió a su estado original debido a mí. Las personas vendrán desde lejos para poder ver la obra, examinarla. Me gusta creer que, en realidad, es mi trabajo el que admiran.
-Bueno, fue un placer trabajar en la pintura. Es hora de ir a casa.
-¿Qué? -inquiere, frunciendo el cejo-. ¿No te quedaras para la exhibición? Estoy seguro de que los inversionistas van a querer charlar contigo.
Entiendo su asombro. Nunca me había perdido una exhibición antes. Verla colgada sobre el muro bajo un reflector de luz adecuada, reluciendo en todo su esplendor, completaba el trabajo para mí.
-No, lo siento. El trabajo por el que vine ya está terminado, es hora de que me vaya a casa -informo, preparada.
-Al menos deja que te lleve a cenar para celebrar. Igual que en los viejos tiempos -propone, sonriendo.
Hace dos años me habría derretido por esa sonrisa, aceptando todo lo que él quisiera, igual que un genio cumpliendo deseos.
-No puedo. Mi vuelo sale esta tarde.
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Vida Soñada
RomancePor cientos de años, las personas destinadas a pasar el resto de su vida juntos se conocían en algún bar, parque, instituto, en el trabajo, incluso, en la calle. Siempre fue así, excepto para Hanna, quien al ya no tener nada que perder, decide encon...