Hanna
24 de marzo
Coloco un pie fuera del tren, atenta en las corrientes del cálido aire que me recibe al salir. Respiro una gran bocanada de oxígeno, encontrando la encantadora satisfacción de volver a estar en casa.
Tom tenía razón, ¿por qué debo sacrificarme yo? Tampoco Travis debería hacerlo, ninguno de los dos. Puedo tener las dos cosas, cualquier cosa que me proponga.
Así que, no pienso perder a Travis, no renunciare a él, ni hoy, ni nunca.
Hace tres días, al estar en ese aeropuerto frente a Tom, me di cuenta de que todo era una completa locura. Me case con un hombre que me ama, respeta y cuida con cada fibra de su ser, ¿qué tan fácil es encontrar a un hombre como él? No lo pensé más, planeé toda la ruta de viaje en autobús, fue más complicado de lo que creí.
Después de tres autobuses, dos aviones, cinco taxis y un tren, finalmente estoy aquí, a media hora de distancia de Travis.
En este pueblo no conocen el sistema de taxis, es demasiado pequeño que todos prefieren caminar hacia sus destinos, y las personas que viven en los ranchos tienen sus propios autos, no deben preocuparse por buscar algún tipo de transporte.
Las personas pasan a un lado mío, todos se saludan entre sí, conociéndose de toda la vida.
Me tenso, cayendo en la cuenta de que no tengo ni la menor idea de como volver al rancho. No guardé le número de Cassidy en mi teléfono, lo tenía apuntado en un papel que deje atrás, pensando que nunca tendría que buscarlo fuera del rancho, creyendo que siempre estaría ahí para mí.
—Maldición —lamento, inclinando la cabeza hacia atrás.
Tomo la maleta, yendo directo a una banca, ideando una solución al embrollo en el que me he metido por no ver todos los puntos ciegos del plan inicial. Me dejo caer sobre el asiento, dejando escapar el aire de mis pulmón, desinflándome con un sonido chillante.
Hasta aquí ha llegado mi racha de buena suerte.
—Bien, fue bueno mientras duro —declaro, deslizándome sobre la silla.
Hago un puchero, rindiéndome por completo. Con suerte, encontrare un hostal que pueda recibirme en este pueblo, me pasare todos los días merodeando las tiendas de ganadería para ver si tengo la suerte de encontrarme con Travis, quizás con Diego o Cassidy.
Muevo mis piernas de forma nerviosa, impaciente.
Cantar una canción de dolidos no será suficiente para poder sobrevivir esta noche. Puede que una botella del alcohol más fuerte ayude con eso.
—¿Por qué tan triste, querida?
Levanto la mirada, sobresaltada.
Sus regordetas mejillas se elevan en una sonrisa, mientras que sus ojos se iluminan de emoción.
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Vida Soñada
RomancePor cientos de años, las personas destinadas a pasar el resto de su vida juntos se conocían en algún bar, parque, instituto, en el trabajo, incluso, en la calle. Siempre fue así, excepto para Hanna, quien al ya no tener nada que perder, decide encon...