Por cientos de años, las personas destinadas a pasar el resto de su vida juntos se conocían en algún bar, parque, instituto, en el trabajo, incluso, en la calle. Siempre fue así, excepto para Hanna, quien al ya no tener nada que perder, decide encon...
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Hanna
13 de diciembre
Paso la tarjeta a través del lector. Aguardo a que autoricen el pago de las compras, sintiéndome mal por la extravagante cantidad de cosas que he comprado para la casa.
Travis dijo que ahora su dinero me pertenecía, por ende, podía gastar el dinero que yo decidiera, aun así, los cuatro números no me agradan del todo. Al menos, se que no debo sentirme mal, la mitad de las cosas son artículos que Travis me pidió, en realidad, llevo mas herramientas que productos que yo misma he escogido.
—Aquí tiene su recibo —extiende el papel en mi dirección.
Sonrío.
—Gracias.
Empujo el carro de compras hacia la salida, sintiendo las miradas de odio detrás de mi espalda.
—Lo sé, va a ser algo asombroso. Hay nuevos competidores —susurra una mujer a su acompañante.
Intento no entrometerme en su charla, pero la curiosidad me consume. No he salido en mucho tiempo, cosa que me mata.
—Hola —les sonrío, coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja. Las mujeres me miran sin una pizca de discreción—. Disculpen, ¿de que estas hablando?
Una de ellas me barre de abajo hacia arriba, sin ocultar su desagrado hacia a mí.
—Es sobre el evento estelar del pueblo. Va a haber una montada de toros —explica la morena con su pronunciado acento sureño.
Cierto, me miran raro cuando descubren que no soy de por aquí.
—¿En serio? —ladeo la cabeza, curiosa—. ¿Qué día es?
—Dentro de tres días —informa la otra mujer, ojeando una revista.
—De acuerdo, gracias por la información —susurro, entusiasmada.
Pretendo irme, pero la morena no me deja, lanzando una pregunta que no me esperaba;
—¿Eres la mujer que se casó con el ermitaño guapo? —curiosea.
Me cruzo de brazos, confundida.
—¿Ermitaño? —indago, ocultando el inicio de una sonrisa.
—Si —asiente—. Travis, el dueño del rancho grande.
¿Ermitaño?
No soy capaz de aguantar pro más tiempo.
Una escandalosa carcajada sale del interior de mi garganta, llamando la atención de los que pasan por un lado nuestro.
En realidad, ese es una buen apodo para él. Por una parte, siempre ha sido muy antisocial, al menos, lo es desde que lo conozco y, por lo que me conto Cassidy, siempre ha sido de esa manera.