Agotante | Harry Potter x Stranger Things | Draco Malfoy y Tú [TERMINADA]

•Three•

•DID YOU HURT YOURSELF A LOT•
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—Tras unos árboles, había algo moviéndose, tal vez acurrucándose. Fue con curiosidad y nerviosismo, pero más tranquila. Parecía ser un animal pequeño, con pelaje. Avanzó y pisó una rama, la criatura dio un brinco, asustada, y se puso alerta. Se giró y la chica se relajó al ver a la pequeña cría de perro que había visitado el día anterior. El perro se quedó paralizado con una pata sin apoyar en el suelo, sollozando con horribles chillidos. Intentó acercarse a la niña, la cual, había reconocido, pero lloró de dolor al poyar su pata. La niña, con un grito preocupado, se acercó rápidamente. El perro trató de alejarse algo intimidado—.

—Tranquilo, tranquilo, soy yo ¿si? No te va a pasar nada malo. —susurró agachada, caminó muy muy despacio hacia el perro para no asustarlo más y estiró su mano para que el pequeño la oliera. Se acercó más, pudiendo ver que estaba herido, con sangre en la pata, tenía algo clavado—.

—¡Por dios! —susurró horroriza acariciando cerca de la parte afectada. El perro ladró de dolor—.

—Ya, ya está. Cálmate, te ayudaré. —murmuró, no podía dejarlo solo, no en ese estado. Era demasiado pequeño y se desangraría. Rápidamente, se desabrochó su sudadera azul oscuro y se la quitó quedando en manga corta con la piel de gallina. Rodeó al perro con ella, pues no sabía si podía tener pulgas o que se molestara por sus manos. Lo cogió con sumo cuidado y se levantó con el cachorro en brazos. Se encontraba sucio. Hacía poco que había nacido y obviamente lo habían abandonado. Lo arrimó junto a ella, talándolo mejor y abrazándolo con fuerza, escuchando sus sollozos. Miró alrededor, notaba el dolor en las fosas nasales, seguramente tenía la nariz roja por la fresca. Caminó con un suspiro hacia la carretera. Saliendo el bosque. La pregunta ahora era, como caminar con el perro y la bicicleta en la mano. Ya era complicado de por sí, el transporte estaba averiado y costaría moverlo sin siquiera tener al animal en brazos. Optó por agacharse dificultosamente y abrir con dificultad la mochila. Miró su reloj. Las nueve y veinte. Metió al perro enrollado dentro y la cerró un poco, dejando un hueco, por donde la cabeza del perro, la cual, estaba medio cubierta. El animal no se encontraba con fuerzas para rechistar. Se colgó cuidadosamente la mochila en la espalda y levantó la bici poco a poco. Trató de quitar la estúpida rama con el pie varías veces. —Su pelo, al igual que todo su cuerpo, estaba mojado.

Se dio por vencida y cogió ambos mangos. Elevó un poco la bicicleta con fuerza, y caminó de forma que sólo la rueda trasera rodaba. Paró unas cuantas veces para descansar, pues sentía los brazos pesados por tanto andar aunque la bici sólo estuviese inclinada un palmo para evitar el roce entre rueda-suelo. Ya quedaba menos. El perro emitía sonidos de vez en cuando de dolor. Con mucho alivio, vio su casa, suspiró agradecida descansando y dejando la bici de nuevo en el suelo. Agitó sus brazos y con un último esfuerzo, volvió a levantar la bicicleta para rodarla hasta el porche. La dejó recargada y sus manos fueron a la mochila tras un vuelco en el corazón para comprobar si el perro seguía allí, pues estaba callado. Miró la hora. Las nueve y treinta y tres. —Cerró los ojos fuertemente y agarró las llaves de casa. La abrió nerviosa, entró y la volvió a cerrar cuando una voz se escuchó—.

—¡Se puede saber dónde...?! —pero la voz enfadada de su padre se detuvo cuando su hija se giró, mojada y cubierta de barro, tiritando y en manga corta. La cara de los tres presentes cambió rápidamente a preocupación—.

—¡Por dios! —su madre se tapó la boca—. —¿Estás bien? Que te ha pasado cariño? —preguntó acercándose a ella. Acarició fuertemente sus brazos de arriba a bajado rápidamente para tratar de hacerla entrar en calor—.