•Eight•

58 10 0
                                    


•THE SCAR OF UMBRIDGE•

Ese viernes, Harry y Jenna entraban a clase de DCAO, Umbridge les había castigado cada viernes, y aquella semana solo se comentaba lo que ella y Harry habían echo en aquella clase. Había sido una semana dura, comenzando de nuevo las tareas, los horarios, y las clases. Pero al menos estaba algo entretenida. Entrar a Hogwarts había sido peor de lo que imaginaba, veía a Draco cada día, en cada clase, a cada rato en la sala común y encima debía cumplir su cargo de prefecta junto a él. Por suerte no se habían vuelto a hablar, y hacían ver que eran extraños, resultaba curiosa la forma en la que habían retrocedido, como si todo lo que hubiese pasado fuese una mentira, y ahora estaban en un punto en el que siempre habían estado. Por otro lado, su prima había logrado entablar amistad con la hermana de Daphne, y ambas se dedicaban a reírse de Jenna, criticarla, y básicamente, hacerle la vida imposible. No había vuelto a hablar con nadie más, de vez en cuando con Harry, y cada vez que podía se juntaba con Ginny, pero como la pelirroja era de un curso inferior y además era de otra casa, no era tan fácil. Por suerte podía hablar con los chicos a través de los espejos. Pero había un espejo que nunca reflejaba un rostro...

—Pasen.—se escuchó aquella irritante vocecilla. Esa semana era la semana de los castigos, por que Snape también la había castigado fregando baños. Por suerte tenía a Myrtle para hacerle compañía, algo era.

Cuando Harry abrió la puerta, pudo vislumbrar un solo color: rosa.

Dios mío... Jenna sentía que era alérgica a ese color. ¡Todo era rosa! Le sorprendió ver que hasta el té y el azúcar eran de ese color, y en las paredes, habían platos con gatos.

—Bonito despacho...—murmuró ella sin poder sacar su cara de horror.

—Siéntense, por favor. Me van a escribir unas líneas.

La profesora Umbridge posaba sus regordetas manos sobre unas plumas, sin embargo, Harry y Jenna se giraron hacia su mochila para sacar las suyas.

—No, con sus plumas no. Van a usar unas mías muy especiales.

Umbridge les tendió a cada uno aquellas plumas, que le recordaban a las que ella portaba en casa.

—Usted, señor Potter va a escribir: no-debo-decir-mentiras.

Harry pareció morderse la lengua mientras la sapo rosa se giraba a la Slytherin.—Y usted, señorita Harrington: Soy-una-asquerosa-sangre-sucia.

Se produjo un silencio, en el que a Harry se le calló la pluma al suelo, mientras apretaba muy fuertemente su puño.

—¿Disculpe?—preguntó la castaña, muy desencajada y sorprendida, pues había creído oír mal.

—Me ha oído, señorita Harrington, escriba.

Harry abrió la boca para decir algo, rojo de la ira, pero Jenna le miró con advertencia. Solo era escribir en una hoja, quedaría olvidado.

—¿Cuantas veces?—preguntó Jenn.

—Digamos que, las que se requiera para que se quede grabado el mensaje.

—No nos ha dado la tinta—dijo Harry con voz muy tensa.

—No necesita la tinta.—contestó enseguida. Harry y Jenn se miraron y comenzaron a escribir. Enseguida pudo notar que la tinta era roja, lo que le sorprendió.

"Soy una asquerosa sangre sucia, soy una asquerosa sangre sucia, soy una asquerosa sangre sucia"

Las palabras se le quedaban grabadas en la cabeza de forma tortuosa, mientras se aguantaba las ganas de llorar. Poco después, notó picor en la mano, pero decidió ignorarlo, aunque cada vez era más molesto. Cuando se volvió mucho más intenso, pasó su mirada a su mano izquierda, pero se sorprendió demasiado al verla roja, extraña. Siguió escribiendo, y pudo sentir, que cada letra escrita aumentaba el dolor en su mano. Cuando el dolor se volvió insoportable, volvió a mirar, y entonces comprendió.

Agotante | Harry Potter x Stranger Things | Draco Malfoy y Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora