•Nine•

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CARTAS EN FAMILIA

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En el salón de la casa, el ambiente estaba cargado con risas y la emoción de un juego de cartas. Jenna, Steve, su madre, Sarah y Nancy se habían sentado en la mesa para disfrutar de una partida amistosa, pero competitiva, de cartas.

Jenna observó a su madre, quien jugaba con una seriedad y concentración impresionante. Su madre tenía una expresión intensa en su rostro, y movía las cartas con una habilidad y precisión sorprendentes.

Steve, el hermano de Jenna, observaba a su madre con admiración y un poco de incredulidad.

—Madre, ¿dónde aprendiste a jugar así?—, preguntó Steve, mientras se rascaba la cabeza.

—Oh, he estado practicando—respondió su madre con una sonrisa—. Y también he estado observando a los profesionales.

Jenna se echó hacia atrás en su silla y gritó:
—¡Chúpate esa!—con una sonrisa arrogante en su rostro. Tenía una carta impresionante en su mano, y todos en la mesa miraron en su dirección.

Su madre le lanzó una mirada de asombro y luego rompió a reír—. ¡No puedo creer que hayas conseguido esa carta!—exclamó—, me va a costar recuperarme de eso.

Steve levantó una ceja a su hermana—. Te veo muy segura de ti misma. ¿Qué carta tienes? ¿Podemos verlo?

Jenna le mostró su carta a su hermano y a la vez miró a Steve y Nancy.

Nancy se rió un poco—No seas egoísta y comparte el mérito—miró a los demás—yo le enseñé a jugar así.

Los demás miraron a Jenna, burlones. Pero ella solo negó y rodó los ojos.

—¡Eso es mentira!—murmuró.

—No, no lo es—insistió Nancy.

—Bin, como digas.

La atmósfera en la mesa seguía siendo ligera y alegre mientras el grupo continuaba jugando a las cartas. Los cinco intercambiaban apuestas, cartas, y chanzas entre ellos.

Sarah era una jugadora rápida y calculadora. Ella estudiaba a sus oponentes antes de lanzar sus cartas. Sus movimientos eran precisos, y siempre tenía una sonrisa en su cara cuando echaba una carta ganadora.

Steve, era más ruidoso. Se reía cuando llegaba a una mano ganadora, y gritaba cuando no tenía suerte.

El ambiente de la sala se había enrarecido, y los jugadores estaban totalmente sumergidos en la partida. El resto de la casa estaba en silencio, excepto por el ruido de las cartas y las voces de los jugadores y la lejanía televisión de Dylan.

Nancy estaba muy concentrada. Tenía la mirada fija en sus cartas, y siempre estaba calculando su próximo movimiento.

La madre de Jenna y Steve era una jugadora de juego limpio. Había crecido jugando a cartas, y
Jenna era la jugadora más competitiva de todos. Tenía una sonrisa arrogante en su cara, y no le gustaba perder. Si estaba de bajón, podían aprovecharse, pero si en ese momento estaba bien, entonces la partida era dada por ganada.

Lo mismo pasaba con el ajedrez mágico.

Mientras la partida continuaba, uno de los jugadores estaba esperando que la cosa tomara un giro emocionante: el gato de Jenna. Orión, su gato negro, entró tranquilamente en la sala, y se acercó a los adultos.

Orión se acercó a Jenna, le tocó la pierna con su hocico, y luego se apoyó en sus muslos. Jenna miró al suelo y vio a Orión con una mirada afectuosa. Ella le dio unos cuantos golpecitos, y luego volvió a concentrarse en su partida.

Steve miró a su hermana y susurró en voz baja, —Bueno, creo que Orión quiere un poco de atención, ¿no?—. Jenna miró a su hermano con una sonrisa y respondió.

—Sí, creo que sí.

Orión se sentó a los pies de Jenna y se puso a frotar su cabeza contra su muslo. Jenna notó que Orión se había puesto muy relajado, y se dio cuenta de que estaba tan concentrada en su partida de cartas que no le había dado mucha atención a su compañero fiel.

La pelinegra se inclinó hacia adelante, y comenzó a rascar la cabeza de Orión. El gato gimió y emitió un sonido gutural de placer, y Jenna sonrió.

Dylan tenía algo aterrorizado a Orión. Lo encerraba en los armarios, al pobre. Le estiraba de los pelos y siempre quería cargarlo, pero no lo hacía con mala intención.

Era un niño pequeño que solo quería jugar con el gato de la familia.

Aunque resultaba muy divertido ver como el felino salía huyendo por patas en cuanto el niño de cuatro años se le acercaba a menos de tres metros.

Jenna se había dado cuenta de que su gato siempre permanecía alerta por si algún niño pequeño se acostaba a él o se encontraba en el perímetro.

Sonrió mientras negaba cuando el gato corrió escaleras arriba con pequeños bufidos y maullidos recelosos al escuchar gritar a Dylan su nombre y acercarse a ellos desde su sala de juegos.

Y ahí vamos otra vez...

Creía que Orión disfrutaba más en Hogwarts junto a Crookshanks, ambos paseando por los jardines y persiguiendo a las ratas y ratones de los demás estudiantes.

Creía que Orión disfrutaba más en Hogwarts junto a Crookshanks, ambos paseando por los jardines y persiguiendo a las ratas y ratones de los demás estudiantes

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Agotante | Harry Potter x Stranger Things | Draco Malfoy y Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora