•One•

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•GRIMMAULD PLACE•

Una puerta estropeada surgió de entre los números once y trece, inmediatamente seguida por unas paredes sucias y unas ventanas sombrías. Era como si una casa extra se hubiera inflado, desplazando de su camino a las que estaban a sus lados. Se trataba del número 12 se Grimmauld Place, que se había echo su propio espacio entre aquellos dos pisos.

Era de noche y refrescaba un poco. Jenna portaba una sudadera negra de cremallera mientras la brisa corría su ahora largo pelo. Portaba una mochila marrón colgada de un hombro, y el resto de su equipaje lo llevaba Steve. Tenía algo de frío en las piernas, pues llevaba falda y tenis, según su madre, en ese próximo año a su hija le había dado por llevar falda y una chaqueta que tapara sus brazos. Miró con reproche a su madre, ya había tratado de hacerla entrar en razón, pero no había funcionado, así que ahora tocaba joderse. Aún y así, McGonagall habló, con un golpe de varita apuntando a la puerta. Escuchó clics metálicos y lo que parecía ser el estrépito de una cadena. La joven de ahora 15 años iba unos pasos adelantada al resto.

—Pase usted primero.

Ella se tragó la impotencia que sentía, aunque un hilo de curiosidad se asomó por sus pensamientos mientras caminaba hacia la entrada y subía los peldaños de piedra. Se tomó unos segundos, pero cuando giró el frío y enmohecido pomo, éste abrió solo, y la puerta se fue abriendo de forma estrepitosa, con un crujido, siendo empujada por su mano. No podía creer que le estuviera pasando esto. Todo lo siguiente que vio, fue como el frío de fuera disminuía y junto a ella la claridad que provocaban las farolas de la la calle en Londres. Daba algo de mal rollo. Nadie decía nada, y todo estaba en silencio, solo escuchando sus propias respiraciones y el vaho que salía de su boca. Era una fría noche de verano.

—Camine, venga, sin temor, y procure no tocar nada. —susurró amable Dumbledore desde atrás.

Como si quisiera...

Traspasó a paso lento el umbral de la puerta para adentrarse en la más absoluta oscuridad del recibidor. Podía oler la humedad, el polvo y un olor dulzón que parecía arraigado al lugar. El sitio daba la sensación de ser un edificio
abandonado. Los pasos tras ella indicaban que los demás estaban tras ella, que iba completamente seria, sin expresión.

Escuchó una ruido sibilante y suave y entonces unas lámparas de gas muy antiguas volvieron a la vida a lo largo de las paredes, arrojando una parpadeante y escasa luz sobre el despegado papel de la pared y la raída alfombra durante un rato. El oscuro corredor apenas estaba iluminado por una luz tenue que reflejaban una tela de araña del techo y los marcos de unos retratos ennegrecidos por los años, que colgaban torcidos de las paredes.

Oyó el sonido de unos pasos rápidos y la madre de Ron, la señora Weasley, salió de una puerta situada al final del vestíbulo. Estaba sonriendo para dar la bienvenida y corrió rápidamente hacia ellos. Ni si quiera pudo sonreír, cuando lo intentó, pareció más una mueca que una sonrisa. Sin embargo, la mujer se acercó a ella con afecto y susurró:

—Oh, querida, ¡como creces! Hay que ver... —tocó su cara—. —¡Que paliducha! Has adelgazado cariño... comeremos más tarde.

Ella no contestó, sólo se quedó con su expresión seria mirando a la nada. Había tenido algunos... problemillas en el verano.

—Chicos, pueden dejar esto aquí, vamos a pasar, Molly. —dijo Minerva. Steve dejó la maleta de su hermana sin decir una sola palabra y ella también dejó su mochila. Molly había abierto la puerta y se había asomado para indicar que y estaban allí. Cuando se giró y dejó que pasaran, Jenna fue la última en entrar a la habitación, mirando al suelo y absorta en sus pensamientos, pero aún y así presente.

Agotante | Harry Potter x Stranger Things | Draco Malfoy y Tú [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora