Hablar...

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Roier no tardó mucho en llegar a aquella casa de árbol que ambos habían construido de pequeños, eran los únicos que conocían su ubicación porque aunque sus padres se ofrecieron a ayudar ellos querían hacerlo con sus propias manos.
Se iban temprano en la mañana y volvían antes del anochecer intentando con ello mejorar sus habilidades.
Claramente tenía el toque de la simetría por parte del hijo Rubegetta, pero ambos lograron equilibrar sus gustos y lo tenían como su lugar especial.
Costó bastante, pero les había encantado el resultado y ahora habían mejorado todo. Si bien querían seguir con una construcción hasta su hogar lo harían con los materiales adecuados.

Claro.
Si es que la relación no se daba por terminada...

- ¿Spreen? Ya llegué ¿Puedes tirar la escalera? - Durante todo el camino se comenzó a mentalizar, queriendo pensar en todos los escenarios posibles y creyendo que tendría la repuesta para todo.
Era mejor sobre pensar a que le tomarán desprevenido.

Comenzó a subir sintiendo como su corazón se aceleraba más y más, tenía que mantener la calma, pero solo le basto con ver a Spreen abrazándose así mismo sentado en una esquina para querer desmoronarse.

- Sabés que soy capaz de muchas cosas y lamentablemente también de lastimarte.- quiso acercarse, pero el moreno lo evito al colocar su mano frente a él. - No podés manejar esto, estando juntos nos arriesgamos a mucho.

Notó el temblar en su voz y es que eran contadas las veces en que le vio así de mal, siempre intentaba ocultar sus sentimientos, queriendo resolver todo por sí mismo aunque no tuviera la necesidad.

Importándole poco si se enojaba logro quitarle los lentes notando aquellos hermosos ojos morados en lágrimas.

- No tenemos que dar por hecho que eso sucederá. Ya lo dijo Sapo Peta, hay muchos universos, distintas realidades, otras versiones de nosotros y no tenemos que repetir la misma historia.- Notó como el híbrido se mordía el interior de las mejillas para no volver a llorar. Estaba viendo el lado más sensible de Spreen y de cierta forma odiaba que se dio de esta forma.
-Tomo el riesgo contigo, Spreen. Sería un pendejo al no querer hacerlo. - pasó sus manos suavemente por aquel rostro quitando el camino de lágrimas que se había formado. - Somos pareja, nos conocemos desde pequeños y no me importa lo que diga Juan, Sapo Peta o incluso lo que piensen nuestros padres.
Yo te amo, sé que también me amas y que podemos con todo lo que se nos ponga enfrente.

- No... No sabés en qué te metes, capo.- quiso reír, le sonaba a una completa locura querer seguir con esto sabiendo lo que podría depararles el futuro.

Roier se fue acercando más y más, colocando su mano debajo de la barbilla del ozito, conocía todos los riesgos, tenía en mente que aunque había formas de evitar ese desastroso futuro no podía asegurar que se evitaría en su totalidad.
Missa fue una pieza importante, pero lo demás los involucraba solo a ellos dos.

- No puedo asegurarte que podremos evitar todo, pero si tus padres y los míos lograron su felicidad, ¿Por qué nosotros no?
Además, tenemos aún mucho que vivir.

Aún con el agarre que tenía fue acortando la distancia entre sus rostros, tenía que besarle, mostrar de todas las formas posibles que no le iba a dejar.
No ignorarían esto, tenían aún más cosas que decirse y la noche era lo suficientemente larga para ello, por ahora aunque fuese unos minutos querían olvidarlo.

- Vos me tenés completamente en tus manos. Podré ser fuerte, quien podría mandar a quien quisiera, pero...- dejó de hablar cuando aquellos labios tocaron los suyos.

- Solo bésame antes que vuelvas a convertirte en un Ozito como siempre.
Tenemos el tiempo suficiente mientras ellos hablan con Sapo Peta...

Un leve sonrojo apareció en ambos rostros.

- Si con esto se hace Missa nos van a matar, lo entendés ¿No?

- Pensé que querías al coso en nuestras vidas. Ya hasta le decías "bebé", bebé.

- Cashate...- río avergonzado mientras volvía a besarle.- Después de esto debemos hablar con todos, hacerles ver que nuestro futuro no está marcado aún.

Roier asintió tomándole de los hombros dejando que su novio fuera quien guiará el beso.

No querían creer que este sería el último momento felíz juntos.
Pero de ser así, lo disfrutarían lo más que pudieran...

Sproier y shippeo. ¿Hay algo mejor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora