Sproier y shippeo. ¿Hay algo mejor?

Viejos amigos.

Desde que ya se había dado la noticia de que otro bebé venía en camino todos estaban con su atención sobre Spreen.
Y es que era claro que el moreno aún en ese estado seguiría haciendo parkour, yendo a pequeñas misiones y arriesgando su vida.

Claro, sabía que tenía que cuidarse.
¡Pero no era de cristal!

Roier varias veces casi se iba con San Pedro al ver como se lanzaba desde la torre más alta de la casa Rubegetta y luego hacer un water drop solo porque le daba flojera bajar las escaleras.

O cuando regresó de una visita con sus padres y encontró a Spreen colgando boca abajo apenas siendo sostenido por una cuerda vieja.

-¿Qué? Necesitaba pintar las paredes y estar de pie me cansa.

Se iba a morir un día de estos.

No importaba que tantas llamadas de atención le hicieran, seguía chupándole un huevo y la mitad del otro.

Sabían que al estar sobre el osito lo pondría de un muy mal humor y eso también sería malo para el bebé.
Pero,  ¿Cómo hacerle entender a Spreen que ya no podía hacer las cosas sin pensar en los peligros?

No era imbécil.
Pensaba bien que hacía y así como en el embarazo de Roier, dejó muchos malos hábitos.
¡Ya dormía a buena hora!

Si tomamos en cuenta que eso era a las 4 de la mañana.

Pero hey, su hora normal era a las 8.

Aunque también se preocupaba aún si no lo demostraba.
Serían 3 bebés en casa y no querían dejarle tantas responsabilidades a Bobby. Ya mucha ayuda era el estar al pendiente de Missa y Tina cada que alguno tenía que salir de emergencia o si sus abuelos le pedían ayuda para cuidar a todos el equipo de fútbol que tenían.
(¿Quién manda a los Luckity a coger más que los conejos?)

Roier había comenzado a trabajar en la alcaldía, no quería solo estirar la mano y recibir dinero (lo intento, Luzu no le dió nada) y Spreen en contra de todos había comenzado a trabajar de mesero.
Y no, no fue en mamitas Puebla.

Illojuan había regresado al pueblo hace unas cuantas semanas y con ello la gran apertura del "chiringuito 2".

Se había ido hace años junto con su pareja, 5 para ser exactos. Querían viajar por el mundo, conocer nuevas culturas, encontrar un hogar, pero al final decidieron regresar al pueblo que muchas dichas les dió.

Además que extrañaban a sus amigos y las fotos y cartas no hacían justicia.

¡Ellos tenían que conocer a todos los nuevos bebés!

Si bien fue una gran sorpresa el verlo otra vez, todos le dieron una maravillosa bienvenida y claro, el alcalde usando sus influencias pudo ayudar con la construcción del nuevo bar.
Teniendo la apertura en menos de un mes.

Ventajas de ser amigo del alcalde.

Ya tenía el lugar, decoración, permisos.
Solo necesitaba gente de confianza para el lugar.
Siendo Spreen el primero en solicitar el empleo, sabía que sería complicado porque no cualquiera tomaría el riesgo de contratarlo embarazado, podría ser demasiado estrés, tener un accidente o enfrentarse con gente que con unas copas encima y se creen los reyes del mundo.

- Dale, Juan. Podés tenerme una semana a prueba si querés. Puedo ser mesero, bartender. ¡Hasta puedo cocinar!

Con lo último teníamos a Bobby y Roier negando.
No es que Spreen fuera un desastre en la cocina, pero recientemente les hizo una sopa extraña a la que el moreno justifico "no sabía que los caracoles tenían que lavarse."

Lo que les dió una gran diarrea.

- Spreen yo...- estaba a muy poco de negarse, que sabía que al aceptar tendría no solo a los Rubegetta, si no que incluso a la familia de Roier sobre él al pendiente de que nada ni nadie molestase a la futura mami.
Y con esto el moreno sabía que para momentos desesperados, medidas desesperadas.

- Juan...- llamó su atención y rápidamente se quitó los lentes.
Dándole así la mirada más tierna que el hombre había visto en su vida.

(Masi, no veas esto que te van a dar ganas de apretarlo como peluche y eso no es buena idea.)

- Podés confiar en mí, tendré cuidado, no haré sobre esfuerzos. Solo quiero un trabajo que me deje tener tiempo con mis hijos y ganar lo suficiente para cuando nazca el bebé. ¿Podés darme la oportunidad?

Y mientras Spreen seguía hablando, el pobre Illo no recordaba ni como respirar.
¿Era posible salir hipnotizado por esos ojos?
Esto tenía que ser tomado como un arma peligrosa.
Solo miras esos ojitos y decís que si a todo.

Le sería muy fácil manipular si se lo proponía.

Parpadeó rápidamente saliendo de la ensoñación.
No, él tenía que saber que decir que no.
Además duda que Masi este de acuerdo con ello.
Aunque en este momento ella estaba muy entretenida con los gemelos en los brazos.
Apenas los vio se negó a soltarlos.

Y esto no pasó por alto para el osito.

Dale Spreen, aún podés.
Saca el as de la manga.

- Puedo llevarme a Missa y Tina un rato para que Masi pueda estar con ellos antes de empezar mi turno.

Y dió en el clavo.

El gran "¡Sí!" sonó por toda la habitación.

- Estás contratado, empiezas mañana.- dijo Masi dando de pequeños saltos.

Uis.
¿Seria buena idea?

Solo ojalá Roier no sea tan como sus padres o esta jodido.

Un paso en falso y estaba seguro que tendría a toda la familia del mexicano pisandole los ... talones.

¿Sería cierto que todos los mexicanos estaban armados?

Mejor quedarse con la duda.

Trago saliva ignorando las miradas asesinas del par de castaños al otro lado del lugar.

- Dale, en un momento te tomamos las medidas para tu uniforme.

- ¡Gracias, capo!

Ay Spreen....
En que líos metes a la gente.

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Personaje desbloqueado-
Nuestro rey del timing
Illojuan ~

Y sí, él tenía que salir antes de terminar con esta historia.

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Por cierto, lamento la tardanza en actualizaciones, ha sido un tiempo complicado.