Capítulo 4

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-Los ojos son la puerta del alma-

Hoy me levante tarde. Tal vez estaba demasiado cansada. Y algo que detesto es; llegar tarde. Beso las mejillas de mi abuela como forma de despedida, y en seguida salgo corriendo.
Tengo clase de literatura. Ojalá que no haya iniciado todavía. Hoy iniciaremos a leer El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Y, ¡Por los dioses griegos! Voy a llegar tarde. Esto nunca me había pasado antes. La ansiedad toma el control de mi cuerpo. El año pasado leí ese libro, pero en este momento no estoy para pensar en eso. Estaré feliz, y tranquila cuando llegue al salón, y esté sentada en una silla.

Doblo la esquina del último pasillo, y para mi vergüenza, pareciera que ya estuvieran dando clases. Observo la puerta. Estoy indecisa ¿La abro? Tengo que hacerlo. Giro el tomo de la puerta, y suelto el aire de los pulmones. Aún faltan algunos compañeros por llegar, y la profesora está sumergida en un libro. Camino hacia la silla más cercana, y me siento.
Este año cambiaron la decoración del salón. El año pasado tenían aviones de periódico colgando del techo, y las paredes eran de marrón suave. Este año han puesto citas de libros en papeles y las han colgado. También pintaron las paredes de blanco hueso, y colocaran anaqueles con libros. Dirijo mis ojos hacia los libros. Las manos me pican por coger algunos y ver de que tratan, pero contengo la sensación de hacer eso.
Una chica que siempre llega tarde entra junto a otro grupo de chicos, se sienta a mi lado, y me observa con desgana. Se echa hacia atrás con pereza.

—Tú eres la chica loca ¿verdad? —La ignoro, y me concentro en las ramificaciones de la palma de mi mano—Sí, definitivamente estás loca.

—Estar “loco” es un concepto infravalorado. La mayoría de las personas piensan que está mal ser así, y encierran a estas personas en una casilla de “no acercarse”, como si ellos fueran una enfermedad contagiosa. Pero debo decir que realmente esas personas “locas” son todo un enigma de inteligencia y sabiduría. Tienen una visión muy distinta del mundo y una curiosidad insaciable. Buscan la forma de hallar respuestas a las grandes preguntas, y siempre las encuentran. A mí me parecen personas interesantes, y son las correctas si quieres tener una conversación profunda, Shelsea—comenta un chico detrás de mí. Esa voz es como el sonido de las olas del mar. Tan calmante, y reconfortante. Y esa misma voz acaba de decir indirectamente que le parezco interesante. Volteo para verlo, aunque ya sabía quién era. Esos ojos verdes se encuentran con los míos, y esa sonrisa cálida se forma en su rostro. Nos quedamos viendo por varios segundos.

—¡Oh, Dios! Otro que está loco—Shelsea rompe la conexión. Parpadeo varias veces aturdida, como si mirarlo a los ojos me hubiese sacado de esta realidad.

—Bien, saquen su libro. Vamos a iniciar. Aquel que no tenga su libro aún, puede pedir uno en la biblioteca—La profesora comunica a la clase. Antes de girarme le sonrió al chico tímidamente. Un leve sonrojo baila por sus mejillas, y no se el por qué, pero eso me parece lo más tierno del mundo.

Acabo de sonreírle al mismo chico del cual salí corriendo, y estoy lo más calmada del mundo. Eso es nuevo, pero no me asusta.

—¿Alguien quiere leer el prefacio? —Pregunta la profesora. Inicio a tener una pelea internamente por alzar la mano. Solo será un momento Evangeline siempre has querido superar tú pánico escénico. Hazlo. Tú puedes. Alzo la mano, y me sorprendo con lo que he hecho. Obligo mi cuerpo a moverse. Por primera vez en toda mi vida, me paro en frente de toda la clase. Las manos me inician a sudar, porque mis compañeros inician a susurrar cosas entre sí.

—¡Silencio todos! Señorita Smith. La escuchamos—Miro a mi alrededor, y mis ojos se topan con los del chico, y tan solo con mirarlo, saco el valor que pensaba que no tenía. Respiro profundamente. Las palabras salen de mí, con una seguridad increíble. El entono y las dejo bailar.

Brilla como las estrellas [YA EN FÍSICO]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora