Capítulo 2

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-No te vayas-


El despertador comienza a sonar son las seis de la mañana. Me levanto de la cama para prepararme para la preparatoria. El autobús escolar pasa a las siete, así que debo apurarme. Toda la noche tuve pesadillas, aunque ya estoy acostumbrada a ellas. Y no es algo nuevo, que literalmente no haya dormido nada y sienta cansancio en todo mi cuerpo.

Después de ducharme y arreglarme, bajo a la cocina. Mi madre no está por ninguna parte, sin embargo, dejó una nota en el refrigerador, como todos los días de semana.

Hay algunos pancakes en la mesa tapados, prepárate algo más si quieres.
No me esperes, llegaré tarde.

Me siento en la mesa y destapo los pancakes. Bueno esto es rutina diaria. Mamá sale y no avisa a donde va, he intentado preguntarle muchas veces y sus repuestas siempre son las mismas “Salí a entregar algunas pinturas”. Pero yo sé que eso sólo es una parte cierta. Me preocupa, siempre me ha preocupado y desearía que pasará más tiempo conmigo, pero casi nunca lo hace.

¡Los pancakes son una delicia! Desearía que estuviese aquí para decirle. Desearía muchas cosas, pero sé que la mayoría son imposibles.
Termino mis pancakes y reviso que todo esté en orden antes de salir. Apago las luces de las habitaciones para ahorrar energía. Tomo mi copia de la llave y salgo de la casa apurada, porque siento que se me va hacer tarde, pero desde que inicio a caminar fuera de casa, me doy cuenta que hace mucho frío, la piel se me eriza inmediatamente, a pesar de que cargo un abrigo, pero lo que me puse hoy no ayuda mucho. ¿A quién se le ocurre ponerse una falda, sabiendo que iba a hacer frío? Obvio, que a mí. Pero es que me encantan las faldas, los vestidos florales, las cosas de colores…En fin.

Camino unos metros más hasta llegar a la parada del autobús. Ahora toca esperar, según mi reloj faltan tres minutos para que pase. Tres minutos, que, para una chica impaciente como yo, parecen una eternidad. Pero no queda de otra. Espero, espero y espero. Hasta que lo veo acercarse en la lejanía. Doy un suspiro de alivio.

Se estaciona para que me suba. Mi mirada se topa con el conductor, un señor robusto de barba larga, cabello rizado, nariz respingada, rostro achatado, ojos que juzgan todo lo que ven, pero lo que más llama mi atención es su vestimenta, y que se está fumando un cigarrillo tan despreocupadamente. Trago saliva dificultosamente. Este señor en definitiva no me da buenas vibras y a leguas se le nota, que no posee nada de amabilidad. Pero aun así tomo el valor y abro mi boca.

—B-buenos días.

—Serán buenos para ti, pero no para mí, y que esperas ¡ENTRA! —Doy un respingo asustada, y decido entrar dentro del autobús. Camino hacia los asientos de atrás, que siempre están vacíos, bueno casi nadie se sienta atrás prefieren hacerse adelante a excepción mía y la de la única chica que me habla en toda la preparatoria. Mi mejor amiga y confidente; Susan.

—¡Eva!—Chilla emocionada. Me siento al lado de ella y la rodeo con mis brazos, aunque nos ganamos unas miradas exasperantes de los demás chicos del autobús, a mí no me importan cuando estoy con ella.

—¿Viste al nuevo conductor? —indago mientras me separo de ella.

—Sí, pero no te dejes intimidar.

—Creo que ya me intimidó bastante—susurro, aunque creo que ella no llega a oírme.

Habíamos creado una burbuja a nuestro alrededor aislándonos del exterior, que no me había dado cuenta de que permanecemos en el mismo lugar y el autobús no ha avanzado nada.

—¿Por qué no sigue conduciendo?

—Creo que es porque esperamos al nuevo chico, pero eso no importa. Ahora debes contarme todo lo que hiciste en el verano.

Brilla como las estrellas [YA EN FÍSICO]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora