-Las personas malvadas-
Hoy 27 de junio papá estaría cumpliendo cuarenta años. Esta mañana le fuimos a llevar flores y le dije que extraño las noches en que veíamos las estrellas juntos. También le hable sobre Thomas, aunque creo que ya la conocía antes de que llegará a mi vida.
—Sé que a algunos les cuesta abrirse con las demás personas, y los entiendo. Pero casualmente hay uno de ustedes que quiere compartir algo con nosotros. ¡Adelante Evangeline!—Anima la psicóloga.
Todos se quedan viéndome. Viollete y Thomas sonríen tratando de darme ánimos. Quería decir algo, ya que siempre permanezco callada durante las terapias grupales. Muchas chicas aquí han pasado por cosas similares a las mías y escucharlas te hacen sentir que no estás sola y pienso que ahora es mi turno, por eso le dije a la psicóloga Daisy que quería hablar en esta sesión.
—Eh… ¡Hola!—titubeo.
—Hola—Dicen al unísono.
—Mi nombre es Evangeline Smith. Tengo dieciséis años…—Arreglo un mechón detrás de la oreja, trato de calmar lo nerviosa que estoy—…Amm…a veces tenemos miedo de enfrentar el pasado, ya sea porque hiciste algo de lo que te arrepientes o te hicieron daño de alguna manera. Nos…encerramos en una burbuja de no querer recordar, pero por más que tratamos siempre está presente. Yo…ammm suelo tener pesadillas con ello, a veces me despierto asustada en medio de la noche, y pienso que ha vuelto a pasar. Vuelves a la realidad y te das cuenta de que no, pero es como si fuese una tortura todos los días. A veces solo quiero hacerme un ovillo y quedarme quieta en el mismo lugar por toda la vida…Supongo que estoy diciendo ridiculeces—Río sarcásticamente. No sé en qué momento comencé a llorar. Las lágrimas calientes bajan por mis mejillas—A veces también pienso que ya lo he superado, pero no es así. A veces quisiera ser una persona normal y estar en cualquier lugar sin sufrir un ataque de pánico. A veces quiero tocar a una persona sin que en el acto recuerde lo que pasó…A veces desearía que papá estuviese aquí.
Por unos minutos hay un silencio sepulcral. Luego una de las chicas de la terapia grupal, que se llama Lindsey habla.
—Te entiendo y sé por lo que estas pasando. Perdí a mi madre a los tres años y crecí con mi padrastro. Cuando él estaba enojado…bueno, abusaba sexualmente y me golpeaba cada miserable vez que podía. Me sentía impotente por no poder hacer nada, por no poder escapar. Él era demasiado fuerte y yo solo una niña—Dice con lágrimas de furia—La primera vez que tuve mi periodo me asusté mucho, porque sabía lo que significa y si él intentaba…tocarme otra vez, yo…solo tenía trece años. Esa noche robé parte del dinero que él estaba ahorrando y escape de casa. Cuando subí al autobús que tenía ruta a Minnesota, lloré porque sabía que el ya no tendría el poder para volver a tocarme. Escapé y llegué aquí. Intenté conseguir un trabajo, la mayoría de las personas no querían darme uno, ya que como era menor de edad. Pasé meses en las calles y tuve que robar comida e incluso dinero para poder alimentarme. Sé que estaba mal, pero no tenía de otra. Hasta que encontré este lugar. Las personas fueron muy amables conmigo, aunque tuve que insistir mucho para que me dieran un trabajo. Al pasar el tiempo la psicóloga Daisy supongo que se encariño conmigo, y decidió acogerme en su casa como si fuera su hija, ya que ella no podía tener los suyos. Lo importante es que ahora encontré un lugar donde me siento totalmente segura y feliz—Lindsey dirige su mirada hacia donde estoy—Es difícil superarlo, pero no imposible. Y créeme, no estás sola en esto.
—¿Cuántos años tenías cuando pasó?—Pregunta una chica pelirroja.
—Trece—respondo.
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Brilla como las estrellas [YA EN FÍSICO]✔️
Teen Fiction"𝐄𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐥𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐚𝐠𝐚𝐧 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐨 𝐬𝐢𝐧 𝐮𝐧 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐟𝐢𝐣𝐨, 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐪𝐮𝐞, 𝐬𝐢𝐧 𝐬𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐥𝐚 𝐫𝐚𝐳ó𝐧, 𝐨𝐜𝐮𝐫𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐞𝐲 𝐝𝐞...