¿Estarías dispuesta a ir a una subasta fuera de lo común?
¿Serías capaz de subastar tu cuerpo solo por un beneficio económico?
¿Qué serías capaz de hacer por salvar a tus padres?
Atención: Contenido Adulto ( escenas explicitas sexuales, agresión fís...
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Aún seguía enojada con mi madre y para decir verdad, la había estado ignorando.
Después de la presentación del viernes de mi hermana, me había mantenido al margen y solo enviaba mensajes a Ariana. No los había visto desde hace mucho tiempo.
Los echaba de menos, pero...creo que es lo mejor.
—Te juro que si pudiera cambiara todo —.
Dije aquello molesta y apretando la lata de refresco y tirándola en el basurero.
Asintió y dejó la botella de vidrio café en el piso de su departamento.
—Por eso mismo fue que me fui de casa y nunca regresé — negó y se rascó la barbilla.
Suspiré pesadamente y me dejé caer en su regazo, me acogió en sus brazos grandes y fuertes.
—Eres una mimada — aseguró sonriendo.
—Puede ser— dije viendo hacia la puerta.
—Rosie...— habló bajo, mientras una canción se reproducía en la pequeña bocina.
—¿Si, Chris?— lo mire curiosa.
—¿Te gusta verdad? — pregunta tarareando la canción y moviendo la cabeza.
Suspiré y me encogí de hombros, revelarlo a otra persona...eso me pone tan vulnerable. El hecho de revelar tus sentimientos, te vuelve vulnerable y frágil, aceptarlos es un arma de doble filo, ya lo había hecho, pero decirlo en voz alta...es otro nivel de tortura.
—Es muy bonita en realidad, no lo dije en el momento. Pero es una mujer muy sensual y lo entiendo, y sigo pensando que la he visto en algún lugar aunque ahora no recuerdo — declaró mi amigo — incluso yo no pude quitarle la mirada de encima, dime la verdad — cambió su semblante a uno más serio y pensativo.
¿De verdad quería saber?
Mejor dicho, ¿Yo quería que supiera?
¿Dónde podría haberla visto?
¿Por qué ahora lo está diciendo?
—No es algo que se diga tan a la ligera — me toque la nuca y me mordí el labio en indecisión — pero....— relami mi labio.
Suspiré, quizás si debía pero se sentía tan errático y mal, además se supone que nadie debe enterarse de esto, pero ya se me está yendo de las manos.
Lo hice, lo confesé.
Se mantuvo en silencio por unos minutos con su cabeza inclinada y sus manos entrelazadas viendo hacia el piso.
Suspiré, aunque me sentía un poco aliviada.
—No dirás nada, ¿cierto?— pregunté — si no, no quiero pensar que pasaría, me meterías en problemas, lo sabes ¿verdad? — hablé nerviosa y acariciando su espalda tratando de persuadirlo.
