34. Una Iglesia

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Nos alejamos lo más posible de Terminus.

Es de noche.

La mayoría está durmiendo, yo no puedo porque no quiero que esto sea un suelo y que sigamos en esa casa solo Rick, Carl, Michonne y yo.

Observó a Jude qué duerme en mis brazos, ella tiene su mano sujetada a mi camiseta, con mucha fuerza.

Miró a Rick cuando se sienta a mi lado, los niños duermen cerca nuestro.

Rick: Deberías descansar un poco —niego —. Kate, necesitas dormir.

Kate: Aunque quisiera no puedo —nos miramos —. Es complicado.

Rick: Es por lo que sucedió en la carretera, ¿no? —bajo la mirada —. Amor… debemos de hablar de eso.

Kate: No hay nada de que hablar, todo está bien —coloca su mano sobre la mía —. Solo fue… una muy mala noche.

Rick: Perdóname —frunzo el ceño —. Se supone que debía de protegerlos, pero esa noche ustedes casi…

Kate: No te culpes por algo que no fue tu culpa —sujeto su mano —. Los culpables están muertos, no hay que darle vuelta a esto.

Acaricia el golpe que tengo en el rostro, apoyo mi frente con la suya.

Kate: Estamos todos juntos, es lo que importa.

Rick: Te amo —sonrió, un poco.

Kate: Te amo —nos acercamos, nos damos un corto beso.

Al amanecer volvimos a retomar el camino por el bosque.

Judith juega con un juguete que había guardado en su pañalera, lo muerde ya qué sus dientes le siguen creciendo.

Escuchamos crugir unas ramas, todos apuntan, con las armas, a la izquierda.

Pero nos tranquilizamos al ver que solo es Daryl con algunas ardillas en sus manos.

Daryl: Nos rendimos —levanta las manos mientras sujeta las ardillas.

Todos bajan las armas, seguimos caminando.

Me coloco al lado de los niños, ambos iban hablando de la última historieta qué habían leído.

Jake: Quizás encontremos alguna por el camino.

Carl: Quizás la continuación del qué estábamos leyendo —ellos me miran —. ¿Crees que en ese refugio de Washington haya alguno?

Kate: Deben de haber varios —aseguro —. Quizás hasta haya niños de su edad.

Jake: Espero que no sean locos como Lizzie —hace una mueca —. Era muy extraña, pero me pregunto que le habrá pasado a ella y a su hermana.

Carl: Lo que siempre sucede —susurra.

Kate: No piensen en eso, tranquilos.

Rick: No se separen —avanzamos más rápido.

Abraham: ¿Listo para poder los pies en el asfalto?

Rick: Creo que es hora.

Abraham: Es música para mis oídos, oficial.

Nos detenemos al escuchar gritos de auxilio de un hombre, miro a todos lados.

??: ¡Ayuda! —grita —. ¡Que alguien me ayude! ¡Ayuda!

Jake: Viene de allá —señala, mira a Rick —. Debemos de ir.

Carl: Papá, vamos —Rick no muestra señales de querer ir —. ¿Qué esperas? Vamos.

Jake y Carl no esperaron más y se fueron corriendo, todos los seguimos.

𝑺𝒐𝒍𝒐 𝒖𝒏𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora