19.- Pacto.

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Cuando amaneció, Jamal y Kamel cambiaron de lugar con Safiy para que el siguiera conduciendo. De la misma forma siguieron viajando durante dos semanas más, cuando se acercaban lo suficiente a un pueblo, Safiy escondía el carruaje, tomaban dinero del cofre y compraba provisiones.

Una tarde llego a un pueblo que estaba próximo al puerto de Veracruz, donde Safiy surtió provisiones para su viaje, observo que la gran mayoría de la población estaba constituida, por mestizos y mulatos y muy pocos españoles, por lo que se dio a la tarea de conseguir ropas de señor para que Kamel pudiera pasar como hijo de español.

Cuando llegó a medio día sin las provisiones para comer, Kamel se molestó muchísimo.

—Safiy, tardaste un día entero y no pudiste regresar con comida, no me digas que has perdido el dinero, porque solo te veo con un bulto en las manos.

—No, hermano, volví con algo mejor que comida, ya tengo la forma de que salgamos de este maldito lugar sin levantar sospechas.

—¿Y en qué consiste tan genial idea? —Dijo Kamel con un hambre atroz y frotándose ambas manos en la cara como símbolo de desesperación.

—Resulta, hermano, que en este lugar hay muchos mulatos y mestizos que sus padres reconocen y quieren, por lo que son hombres libres y con buena posición económica, nunca como la del padre, pero jamás tan baja como un simple peón o capataz, no son tomados en cuenta en la jerarquía, pero gozan de privilegios.

—Por Alá, Safiy y a mí que me puede importar la vida de esos bastardos.

—Mucho, porque eh seguido a un criado de uno de esos bastardos con tu condición física y le eh comprado un ajuar completo, para que ahora tú seas uno de esos bastardos con suerte que se dirige con su nueva esposa española, sus criados y su esclavo al viejo mundo a ver las raíces de donde nació tú ya fallecido padre.

—Kamel dio una palmada en la espalda de Safiy, esa es una excelente idea, no tengo los papeles, pero el oro mueve montañas.

—No creo que todas esas monedas de oro en el cofre nos ayuden a sobornar o pagar ni dos pasajes en un barco sin papeles.

—No hermano, hablo del pago que tome por más de un año de nuestras vidas en esa maldita mina. —Desenrollo la camisa que llevaba pegada a él todo el tiempo y le mostró las pepitas del metal precioso.

—Ahí tienes, hasta para comprar un barco entero, hermano.

Safiy gritó de gusto y le entregó las ropas que había comprado para él. Se dirigió al río, se bañó, rasuró y cortó todo el pelo, al ver su reflejo en el filo del cuchillo, descubrió que poco a poco volvía a ser el hombre libre que era y a enterrar al esclavo que un día fue. Solo le quedaban dos marcas que debía ocultar, la cruz que tenía herrada en el pecho se ocultaba a la perfección con las ropas, pero la de la mano era otra cosa. La miraba fijamente cuando Safiy le aventó un pequeño bulto.

—Aquí tienes el complemento de tu atuendo de señor, estos guantes de cuero negro ocultaran tu herraje, oye, por cierto —dijo carraspeando un poco —Yo creo que podríamos decir que Rosa es mi mujer y Genoveva la tuya, así no intentaran huir, y las tenemos separadas en el viaje, digo, no nos vallan a descubrir, ¿o qué dices tú?

Mientras se ponía los guantes de cuero contestó con una sonrisa de oreja a oreja.

—Yo digo que él que se burlaba de mi porque estuve interesado en Genoveva, ha caído en las redes de la criada. Solo digo que tengas cuidado porque las más calladitas son de más armas tomar. Pero tienes razón y debemos de tener cuidado porque no sabemos cómo vayan a actuar. Por otro lado, yo a la fierecilla la tranquilice con un beso y desde entonces no se ha quejado de nada y créeme que eso ya es un gran logro.

Esclavo de Pasión y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora