24.- Pretendiente.

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Genoveva fue arrebatada de su sueño por Rosa.

—Mi niña despierte, coma rápido que ya nos vamos.

En cuanto Genoveva escuchó la voz de Rosa se imaginó en su casa y que se encontraba despertando de un largo sueño, pero al mirar alrededor se dio cuenta que todo continuaba igual.

—¿Qué sucede Rosita? ¿Por qué, estas aquí?

—Lo que pasa niña es que el señor Kamel me pidió que la levantara, para que coma un poco antes de irnos de este barco y pos para que le ayude a vestirse y peinarse apropiadamente.

—Es decir ¿qué ya va a llevarnos con mi abuelo?

—Pos eso no lo sé niña, yo me imagino que sí, porque fue al arreglo que llegaron o no.

Genoveva se sintió un poco decepcionada en su interior como si esperara otra cosa, pero fingió ante Rosa y le dijo.

—Corre, ayúdame a vestirme y péiname elegante, pues quiero estar presentable ante mi abuelito.

Rosa saco uno de los mejores vestidos de Genoveva y empezó a realizarle un elaborado peinado, todavía no terminaba de peinarla cuando entro Safiy y le pidió que saliera Rosa, ya que tenía que hablar algo muy importante con ella. Genoveva le indicó que saliera y que ella terminaría de acomodarse el peinado. Los dos muchachos salieron a cubierta, Rosa se encandiló un poco por los rayos de luna que hacía que todo estuviera bien iluminado a pesar de que era muy noche.

—Qué bonita esta la luna, ya estaba desesperada por salir, se me hace que es la tercera vez que salgo en todo el viaje. —Rosa se mecía y se tocaba el pelo de forma ansiosa, viendo de cuando en cuando la luna y la cara de Safiy.

—Si es verdad que la luna es muy bonita, Rosita, pero más bonita eres tú. Sabes estoy a punto de cumplir la edad máxima en la que un hombre tiene como límite para conseguir una esposa dentro de mi tribu.

El comentario le cayó como balde de agua fría a Rosa por lo que tuvo que girar para sostenerse del barandal del barco, para evitar caer.

—Así pues, que afortunada será la señorita que elija como madre de sus hijos.

—¿Tú crees eso Rosita? —Dijo esto aproximándose por un costado de Rosa y tomándola de la mano derecha, para llamar su atención y que esta se volteara de nuevo frente a él.

—Claro que eso creo, en lo que llevo de conocerlo, me eh dado cuenta que usted es un muy buen hombre, honrado, decente, inteligente y muy guapo. —Con el último comentario hizo que Rosita bajara la mirada al piso y se sonrojara.

—Ah, todo eso piensa de mí y también que soy guapo. Sabes yo voy a confiar en ti, tengo un problema, estoy perdidamente enamorado de una flor, que crece muy apartada de aquí, yo quiero arrancarla para conservarla, ponerla en un hermoso lugar y hacer que a su vez de frutos y tratar de hacerla feliz, pero temo que si hago eso y ella no lo desea realmente, tengo temor de que esa flor tan magnífica, hermosa, tierna y cálida, se marchite para siempre al no volver al lugar dónde pertenece. ¿Tú que me recomiendas Rosita? ¿Qué tengo que hacer? ¿Morir de amor por esa flor, o conseguir esa flor a cualquier costo y llenarla de felicidad con mi amor?

El corazón de Rosa latía rápidamente y la cara sentía que le ardía, estaba muy nerviosa, pero tenía tanto temor de hacerle la siguiente pregunta, pero si no la realizaba no podría vivir en paz.

—¿Y quién es esa mentada flor que lo tiene tan enamorado? digo si se puede saber.

Safiy la tomó de las dos manos e hizo que lo viera a la cara directo a los ojos, para intentar ver la verdad en ella, ya que dicen que los ojos son la ventana del alma.

Esclavo de Pasión y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora