Esclavo de Pasión y Odio

21.- Barco.

Llegaron al puerto a la mañana siguiente, esta vez Kamel fue el que se movió con soltura ya que tenía mejor dominio del idioma castellano, lo hacía tan bien que había perdido su acento, por lo que parecía un nativo del lugar, habló con todos los que tenían barcos anclados en el puerto y todos lo habían rechazado, preguntó en el muelle a unos pescadores de la región, le dijeron que fuera a hablar con Joaquín de la Coruña, que era un criollo que había heredado el barco mercante de un tío, y que estaba próximo a zarpar. Se dirigió al barco y le expuso el caso, presentándose como Emmanuel de Rivera, no le importo mucho sus supuestas razones por las que viajaban, ni los documentos donde constataba su matrimonio, lo que le llamo la atención fue el ofrecimiento que le hizo de cambiar cinco pasajes por tres pepitas de oro más grandes que el puño de Kamel. El capitán Joaquín no se pudo resistir por lo que aceptó al instante y lo citó a la mañana siguiente para zarpar.

Llegaron al alba los cinco para embarcar, ya que tenían que encerrarse antes que la tripulación abordará el barco. No estaba permitido transportar personas en un barco mercante, si los descubrían tendría que pagar una elevada multa. Les asignaron dos camarotes, el primero con solo una cama donde se instalaron Genoveva y Kamel. El segundo contaba con cuatro camas en forma de literas que es donde se quedarían Rosa, Jamal y Safiy.

—No, entiendo ¿por qué usted y yo tenemos que compartir camarote?, y solo hay una cama. ¿Y qué pasa con Rosa?, es indecente que duerma sola con esos dos hombres, yo sé que no corro peligro con usted, pero ella.

—Genoveva, se supone que estamos enamorados, recién casados y que huimos de tu padre, es natural que durmamos juntos y ¿por qué dices que tú no corres peligro aquí?

Preguntó acercándose a Genoveva, acariciando sus brazos con ambas manos.

—Pu... pues porque, tú, usted, no está interesado en mí; a usted le gusta Rosa. Me lo ha repetido en varias ocasiones.

Kamel, se acercó todavía más y enredo su dedo en el bucle que escapaba de su peinado para acariciarlo y sentir su suavidad.

—¿Eso he dicho? —Preguntó alzando las cejas.

—Sí... —Respondió sin aire, cerrando levemente los ojos cuando Kamel levantó su mentón con sus dedos para empezar a besarla, el beso empezó tibio y suave, para culminar en un beso completamente apasionado, los dos cayeron en la cama, sin parar de besarse. Él se retiró un poco para poder abrir la blusa que traía Genoveva, al quitar por fin la odiosa tela que lo apartaba de su interés Kamel, empezó a besar los pechos de Genoveva, El calor subía a raudales por ella, todo era tan delicioso, el rose de sus dedos contra su piel, la forma en que la besaba, cuando empezó a subir el vestido hasta sus cintura.

Tocaron fuerte y repentinamente la puerta del camarote, lo que provocó que ambos bajaran del cielo a la tierra, de la misma forma como cuando caen las estrellas del cielo ya que se extinguen. Y justo eso fue lo que recibieron, una caída que provocó que sus acciones se agolparon frente a ellos, por lo que ambos se levantaron y se acomodaron las ropas lo mejor que pudieron.

Kamel abrió la puerta y llegó corriendo una asustada Rosa hasta los brazos de Genoveva. Y de tras de ella Safiy, su ahora esposo ante los ojos de los demás y Jamal.

—Mi niña, en que nos hemos metido. —Lloraba profusamente abrazada a Genoveva. —Yo no quiero dormir en el mismo cuarto que esos hombres. —Señalo con el dedo a Jamal y Safiy.

—Entiendo Rosa, que estés asustada y que temas por tu reputación, pero, a ver dime. ¿Cuánto tiempo llevamos juntos? y ¿cuándo se han querido propasar contigo?