27.- Esclava.

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Kamel no regresó a su tienda en toda la noche, Genoveva tenía hambre, era de mañana y el aroma a comida se colaba por la tienda, pero no podía salir ya que no tenía ropa, solo contaba con una sábana que era la que permitía que su pudor se mantuviera a salvo, pensó en su nana y en lo que diría si la viera en esos momentos desnuda, toda la noche pensó en lo sucedido, analizó su comportamiento desde que conoció a Kamel y siendo sincera con ella misma llegó a la conclusión de que estaba completa y perdidamente enamorada de Kamel y es que desde que lo vio en la fila de esclavos perdió la razón por él. A pesar de que estaba desaseado tenía un porte de señor, tan altivo y la forma de mirarla, sus ojos eran como dos pozos profundos que al mirarlos cayó en ellos y se perdió para siempre y sus besos eran cálidos y siempre la dejaban deseando más. En cierta forma sentía alivio al ser honesta consigo misma, ya no podía mentirse más a cerca de sus sentimientos por él, pero tendría que cuidar de sí misma, porque si Kamel llegaba a descubrir que lo amaba se burlaría de ella sin piedad, ya que para él solo representaba un juguete divertido con el cual podría cobrar todas las cosas que su padre le hizo.

Kamel entró con una charola llena de viandas, café en un brazo y en el otro traía prendas para que se pudiera vestir Genoveva.

—Buenos días, he traído esto para que comas y te vistas. —Puso las cosas sobre la cama con una frialdad ya característica en él y se sentó en una especie de sillón con muchos cojines acomodado al otro extremo del aparente cuarto.

—Gracias, ¿Dónde puedo vestirme para poder comer?

Kamel sonrió con cierta malicia y respondió alegremente.

—Gatita, créeme que no hay ningún rincón de tu cuerpo que no conozca, así que no seas tan remilgada y cámbiate ahora mismo.

Genoveva enrojeció y se sintió un tanto humillada, pero como lo que menos quería era el terminar peleando de nuevo con él, se levantó sin decir nada con la mirada hacia el piso y se desenrollo de la sabana y la dejó caer al piso, volteó lentamente hacia Kamel y lo vio que se movía incómodo y ansioso en su asiento, eso hizo que Genoveva tomara cierta confianza al percatarse de cuanto podía llegar afectarlo. Se vistió lentamente y lanzándole miradas provocativas llevó la charola con comida, la puso en una mesita y se sentó a un lado de él, sirvió café para él y para ella, se lo ofreció pero él no lo acepto levantando una ceja y con cara de interrogación. Ella en cambio bebió un poco y como no tenía cubiertos tomó un poco de pan, se lo paso por los labios a Kamel y este no pudo negarse y cedió a la tentación, abrió la boca, permitiendo ser alimentado, pero solo le dio un pedazo y lo que sobró se lo llevó a su boca. Kamel no pudo más con la tensión, la tomó de los brazos y la besó profundamente, las cosas estaban subiendo de tono cuando una mujer entro en la tienda y los interrumpió carraspeando. Kamel prácticamente la aventó, al separarse de ella, como tratando de ocultar lo ocurrido, lo que molestó a Genoveva. La mujer miro a Genoveva de arriba abajo, luego habló en un idioma que no entendía Genoveva, tal parecía que discutían sobre ella porque Kamel la volteó a ver en repetidas ocasiones. La mujer no era ni joven ni vieja, vestía como todas las mujeres del lugar pero la tela era más delicada y portaba joyas de oro, era casi del mismo tono de piel de Kamel solo que ella tenía facciones refinadas y ojos de color verde, eso era lo que más llamaba la atención de la mujer. Terminaron de hablar, Kamel volteó con Genoveva y le dio indicaciones de que arreglara la casa, al terminar de mandarla se giró hacia la mujer, le dio un beso en la mejilla, la abrazó y salió del lugar. Genoveva se llenó de ira, no sabía qué era lo que le molestaba más el beso y el abrazo a la mujer o el que la tratara como a una sirvienta. Tomó la jarra en la que estaba el café y la aventó hacia la entrada gritando.

Esclavo de Pasión y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora