Esclavo de Pasión y Odio

29.- Arpía.

A medio día se presentó Navia en la vivienda de Kamel con una muchacha morenita a la cual llamaba Balia. Navia la miro de arriba abajo con total desprecio y le pidió que las acompañara, por medio de señas la llevaron donde se juntaban todas las mujeres del íklan a realizar los trabajos más pesados. La dejo con un grupo de mujeres donde ella realizaría lo que al parecer Navia le había indicado a su sirvienta. A pesar de que no entendía lo que le hablaba la simpatica muchachita, ella se encargo de hacerle saber que se llamaba Balia. Por medio de señas se dedicó a enseñarle como moler un tipo de grano, el trabajo era agotador y monótono, trabajaba de sol a sol, al cumplir una semana en los trabajos asignados por casualidad se encontró con Rosa que al mirarla grito horrorizada y corrió hacia ella.

—¿Señorita Genoveva que le ha pasado? está muy prieta y delgada.

Genoveva cargaba un cuenco con el grano ya molido, lo llevaba a las cocineras para que lo prepararan. Cansada con su manga derecha limpio el sudor que le escurría por la frente, en cierta manera era reconfortante el hecho de trabajar de sol a sol, era un trabajo arduo pero eso evitaba que pensara en Kamel. Solo en las noches pensaba en él, pero solo pasaban pocos minutos antes de que terminara completamente dormida por el cansancio físico.

—No me pasa nada, si me veo así es por las condiciones en las que trabajo Rosita, pero dejemos de hablar de mí y platícame cómo te sientes ahora de casada.

—¿Cómo qué condiciones de trabajo? pos ¿quién la puso a trabajar mi niña? si usted es una señorita y la novia del casi jefe de la tribu.

Cansada de ocultarle la situación a Rosita por guardar las apariencias y no sentirse en desventaja con ella le contestó con la verdad. Bajo la vista y comenzó hablar.

—No soy la novia de nadie, no soy más una señorita y hace mucho que deje de serlo. Ahora soy una simple esclava a las órdenes de la novia del casi jefe de la tribu, es una tal Navia, de belleza sin igual, según Kamel.

Rosa quedo desconcentrada por la contestación de la muchacha, entre el coraje y la pena por Genoveva no sabía que contestar.

—Ya te contesté, Rosa, ahora sabes toda la verdad sobre mi situación. Por favor ahora alegra mi día y cuéntame cómo se porta contigo Safiy. ¿Es buen esposo?

A Rosa le cambio el semblante al escuchar el nombre de su esposo y empezó a sonreír con ensoñación.

—Me va muy bien mi niña, es un buen hombre, lo amo, es muy bueno conmigo, mañana partimos a la ciudad dice que viviremos ahí hasta que me acostumbre al clima, ya que me llene de granitos y dice que de ahora en adelante el sol pegará más y hará más calor.

Genoveva abrazo a Rosita con fuerza, se sentía muy feliz porque hubiera encontrado el amor en un buen hombre y no como ella que amaba y no era correspondida.

—¡Oh, niña! Hablaré con Safiy para que nos quedemos aquí para estar con usted.

No hagas eso, ve con el hombre que amas, además no podríamos estar juntas porque yo tengo que trabajar todo el día. Estoy a las órdenes de esa arpía, al menos hasta que regrese de su viaje Kamel, espero que no tarde mucho, ya que él me ponía a hacer labores, pero no tan pesados como los que realizo ahora.

Genoveva continuó trabajando sin quejarse y haciendo todo lo que se le pedía sin rechistar, le molestaba un poco que no podía comer lo que todas las mujeres degustaban, ya que solo se le permitía ingerir una pequeña cantidad de comida y era elegida por Navia. El calor incremento tanto que se sentía sofocada y con dolores de cabeza, un día cuando se dirigía como siempre a llevar el grano molido a las cocineras, cayó desmayada. Afortunadamente la mamá de Kamel había regresado al campamento de su viaje y se encontraba verificando el trabajo de las cocineras, observó cómo caía la muchacha y corrió a auxiliarla. Genoveva no reaccionó por lo que fue llevada a la vivienda de Kamel, como su hijo no se encontraba en el lugar se sintió responsable por su bienestar. Pidió a uno de los hombres de su esposo que fuera en busca del hombre que había curado a su esposo; cuando Hayansi llegó a los aposentos de Kamel examino detenidamente a la muchacha.