26.- Látigo.

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En cuanto divisaron el campamento, Kamel se apartó del grupo galopando a toda velocidad, Safiy alarmado tomo de la cintura a Rosita y la instalo detrás de Genoveva y le pidió a Jamal que se encargara de las cosas y las mujeres. Corrió detrás de Kamel ya que no sabía lo que estaba planeando su amigo, ni si corría peligro o no.

La tarde estaba cayendo y el sol se estaba ocultando, todo el campamento estaba reunido en una fogata en la cual cantaban y recitaban poesía en honor de que Ra'id había librado una batalla con la muerte y había regresado a su campamento sano y salvo.

Ra'id se sentía muy conmovido con el gesto de su pueblo, en cierta forma se sentía feliz aun cuando la pérdida de su hijo lo tenía destrozado y el hecho de que alguien lo quisiera envenenar lo tenía un tanto alarmado y con la confianza rota en su gente. Husaam se encontraba recitando un poema antiguo de frente a su hermano cuando a lo lejos logró distinguir Ra'id un jinete montando un camello a toda velocidad con dirección al campamento, todo pasó tan rápido que cuando reacciono el jinete ya había desmontado y se dirigió a las espaldas de Husaam con su arma desenfundada.

—Maldito canalla, desenfunda tu arma porque no pienso matarte como un cobarde, te daré la oportunidad de defenderte.

Husaam sintió que se le iba la sangre a los pies y se puso muy nervioso al reconocer la voz de su sobrino Kamel.

—Sobrino, estas vivo, que agradable sorpresa. ¿Por qué es que me hablas de esa forma?

—Valla si es que eres descarado. ¿Quieres que te lo explique? Ya no recuerdas lo que me hiciste hace casi dos años y estoy seguro de que tú fuiste también el causante de que mi padre se debatiera entre la vida y la muerte.

—En verdad no te comprendo Kamel, creo que el que te apartaras de tu gente te afecto la cabeza. Ven a mis brazos sobrino, no sabes lo que te hemos estado buscado, muchos ya te daban por muerto.

—¿Buscarme tú? Quizás hiciste la pantomima, pero tú y yo sabemos que recuerdas muy bien que nos vendiste a un barco de esclavos que nos llevó a Nueva España, donde fuimos tratados peor que esclavos. Así que basta de charlas saca tu arma y defiende tu vida antes de que se agote mi paciencia y termine matándote como a un animal.

Husaam sacó su arma y acertó un golpe directo en un costado de Kamel, provocando que sangrara profusamente. Todos los espectadores de la lucha realizaron una exclamación, Ra'id apretaba la mano de su mujer mientras se debatían entre dos emociones, la de haber hallado a su hijo y al mismo tiempo se enfrentaban con la posibilidad de perderlo de un momento a otro; Kamel sintió un chorro caliente recorriéndole un costado, no le dolía la herida solo le incomodaba, pero si lo enfureció así que contraataco con una fiereza digna de un león, de nada le sirvió a Husaam sus años de experiencia ya que la agilidad de Kamel lo puso contra el suelo y en espera del golpe definitivo que acabaría con su existencia. La tribu estaba enardecida y apoyaban a Kamel, pero este se detuvo antes de dar la estocada final.

—Te perdono por ser hermano de mi padre y porque sé que será peor castigo para ti tener que vivir con la frustración de nunca llegar a ser el líder de mi pueblo. Porque óyelo bien, aquí manda mi padre y después de él, mandare yo así que como veras no tienes cabida en este lugar. En este momento te destierro como tu trataste de hacerlo conmigo, así que toma un camello y márchate de aquí, no te quiero volver a ver nunca.

Kamel se retiró de su tío permitiéndole incorporarse para marcharse, este todo malherido y sangrando como pudo se levantó y empezó a caminar por la dirección en la que llego Kamel, pero en un acto de cobardía se dejó ir corriendo hacia Kamel para matarlo por la espalda. Nadie se esperaba ese suceso, todo sucedió tan rápido, pero antes de poder atacarlo Husaam cayó de bruces hacia adelante llevándose consigo a Kamel. Genoveva que al llegar al campamento presencio lo ocurrido cayo desmayada al ver cómo caía Kamel a manos del hombre con el que luchó.

Esclavo de Pasión y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora