Epílogo.

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El 28 de diciembre Genoveva dio a luz un niño fuerte, sano y más grande de lo normal que otros bebés. Lo llamaron Sharik Emmanuel, de eso ya habían pasado seis meses. Ahora contemplaba a su hermoso bebé sentado jugando con la mantita que había tejido para él y con la cual trataba de esconderse de ella, tal y como lo había enseñado su papá. En ese momento entro Kamel y se puso a jugar con el pequeño, haciendo trompetillas en su pancita. El verlos jugar a los dos enterneció de sobre manera a Genoveva y recordó que ya hace muchos meses no se sentía mal. Había sido un parte aguas lo que había sucedido el día después de su boda, veinticuatro horas después de que pasara el incidente con Don Diego. Kamel y Genoveva se encontraban entrando a la ciudad, para tratar de salvar la vida de madre e hijo.

El trayecto a la ciudad se le hizo eterno a Kamel, pero como no disminuyo el paso, llegó en tiempo récord a la ciudad de Gadamis. Se dirigió a su casa que era enorme y fresca ya que se encontraba hecha de adobe, le abrió la puerta Suad.

—Suad necesito que mandes a alguien por Hayansi, mi esposa está herida y necesito que la atiendan de inmediato.

La mujer asintió con la cabeza y mando a su hijo a que fuera por el curandero, mientras que ella llevo agua y lienzos para limpiar la sangre. Hayansi llegó muy rápido y examinó a Genoveva.

—¿Cómo se encuentra mi mujer? Cuando veníamos para la ciudad prácticamente se la pasó inconsciente todo el viaje.

—Creo que se salvará, no tiene la bala dentro, entró y salió, ahora solo esperemos que no se ponga caliente durante la noche ya que no fue atendida la herida como se debía. Dime Kamel ¿qué te impulso aventurarte de esa manera a viajar con ella así? ¿No entiendes que se encuentra delicada por su estado? Acabo de salvar la vida de ella y la de tu hijo hace algunos meses por las condiciones en las que se encontraba viviendo y ahora esto.

Kamel no sabía que su vida había estado en peligro, así que escuchó con humildad al curandero y atendió a todas sus recomendaciones. Kamel permaneció junto a la cama de su esposa toda la noche. Pensó en lo que le contó Hayansi y se sintió muy culpable por haberla expuesto al odio de su prima, pero tampoco podía culpar a Navia por los maltratos que recibió esposa, ya que él le había contado todo lo ocurrido en la hacienda por lo que era normal que tratara de castigarla por como lo habían tratado a él. Kamel no pretendía que sucediera eso, cuando la dejo al cuidado de su prima, lo había hecho para que Genoveva sufriera celos al preferir a Navia sobre de ella, no para que la tratara mal. Cuando empezaba a amanecer se despertó y se dio cuenta que su abdomen se movía, quito la ropa y pudo apreciar con lujo de detalle la escena tan extraordinaria de como su hijo se hacía presente a través de su madre, puso la mano donde se movía el bebé y al instante se tranquilizó. Acercándose le pregunto cómo se encontraba su pequeño guerrero y el bebé comenzó a moverse de nuevo como si tratara de comunicarse con él. Tanto revuelo se armo por el movimiento del bebé y la voz de Kamel, que Genoveva se despertó y quedo anonadada al ver como Kamel empezaba a crear un lazo con su hijo. Él no paraba de hablar de todo lo que le enseñaría cuando naciera y los lugares a los que lo llevaría a conocer. Ese acto tan tierno que venía de Kamel, hizo que a Genoveva se le hinchara el corazón de felicidad y rio cuando Kamel empezó a cantar una canción de cuna en francés para el bebé. En cuanto Kamel se percató de que Genoveva estaba consiente se enderezó y le cubrió el vientre.

—¿Cómo te encuentras?

—Bien, creo, aunque me duele el brazo izquierdo. ¿Dónde estamos?

—Es nuestra casa de la ciudad, me fue obsequiada al nacer por mi abuelo, a un lado está la casa de mis padres que probablemente están por llegar.

Esclavo de Pasión y OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora