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LOS PRIMEROS DOS DÍAS POSTERIORES A LOS ATENTADOS QUE REALIZÓ EL JOKER, DAMIAN había invitado a una cita a la chica que le sacaba suspiros de manera inconsciente, sin embargo, obtuvo una respuesta negativa con el pretexto de estar atareada con quehaceres de la universidad. Lo entendió y lo dejó pasar sin antes enviarle unas flores junto a un tarro de gomitas en forma de oso con vitaminas para que no se fuera a debilitar por el estrés y sobre esfuerzo, la segunda vez que lo intentó fue tres días después pero obtuvo nuevamente otra negativa.
Y Damian comprendió que lo estaba evitando.
Se estaba enfrentando a un dilema. Se encontraba realizando un sobreesfuerzo en fingir y dejar pasar el hecho de que la castaña haya descubierto su secreto. Estaba mentalizado y preparado para una serie de cuestionamientos por parte de ella, pero jamás pensó que lo evitaría.
Y eso le dolía.
Había decidido mentirle por el propio bien de la muchacha para apartarla de la turbia vida que conlleva cargar con un manto superhéroe, le costaría fingir pero todo lo hacía por amor a ella.
Porque era lo que le hacía sentir. Amor.
Cada vez que aquellos ojos castaños lo miraban con timidez para luego dar paso a la emoción al verlo le provocaba un sentimiento de plenitud y agradecimiento por todo lo que estaba viviendo al lado de la chica. Alguien como él, una asesino heredero a un imperio que acarrea muertes, se hallaba experimentando vivencias y sentimientos que se le fueron prohibida durante gran parte de su vida. Él había encontrado a su ser amado y no quería perderla por nada del mundo.
Pero ahora sentía que poco a poco aquello comenzaba a terminar y eso le generaba frustración y temor.
No quería perder a Elizabeth Castro. No quería que aquella muchacha de sonrisa brillante dejara de sonreirle, le aterraba que lo mirara con miedo y que le impidiera tocarla por culpa de la verdad que descubrió gracias a su impulsividad y descuido.
Las llamadas y mensajes nocturnos le hacían más a menos el patrullaje, y esos mensajes mañaneros le daban ganas de sonreirle a la vida agradecido de lo que tenía.
Todo estaba yendo bien en esa pausada relación, al principio los cortejos y roces tímidos eran suficientes para él, ya que le brindaba tiempo para que la muchacha se adaptara, luego esta misma comenzó a adquirir valentía y le tomaba la mano cada vez que le veía e incluso se despedía de un beso en la mejilla que le dejaba el estomago lleno de cosquillas. No quería que eso se terminara.
-Amo Damian -la voz de Alfred sacó de los pensamientos al joven. -Lleva mas de 15 minutos mirando los croissant ¿Son demasiado poco para su refinado paladar? -lo último lo dijo en un tono sarcástico.
Y se entendía la actitud del anciano mayordomo. El más joven de los Wayne había estado demasiado irritado y de malas pulgas durante los últimos cinco días.
