15. miss

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CAPITULO QUINCE
Extrañar

CAPITULO QUINCEExtrañar

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EXTRAÑAR

Es una palabra que muy poco frecuentemente Damian utiliza, ya que cree firmemente que cada acción tiene consecuencias y deben ser aceptadas sin importar que sean buenas o malas. En su vocabulario evita incluirla, ya que si uno decide alejarse de algo por decisión propia o aceptación obligada no se debe extrañar gracias a que se tomo una iniciativa que tarde o temprano traerá un resultado.

Pero como siempre todo lo que tenia que ver con Elizabeth era la excepción. 

El extrañar era algo nuevo para él, ese sentimiento lo invadía apenas abría los ojos por las mañanas y lo ultimo que habitaba en su pecho por las noches antes de dormir. Es inevitable no pensar en aquel cabello castaño con olor a manzanillas que le gustaba tanto tocar, para la gente común dicho color es identificable y tan cotidiano que pasa fácilmente desapercibido.

Pero para él no.

Podrían haber cien muchachas con el cabello castaño y podría identificar fácilmente a su chica. La forma en que se mueve con el viento o como lo agarra tan despreocupadamente con unas pinzas para el pelo seria algo que no puede pasar por alto.

Porque todo de ella estaba calcado con fuego en su memoria.

Su sonrisa. Sus ojos grandes. Sus manos delicadas.

Extrañaba todo de ella y apenas habían pasado nueve días. 

Las pocas fotografías que tenia en su teléfono celular impedía que olvidara esos pequeños detalles que observo en ella a lo largo de esos dos meses. Los tres lunares que poseía en el rostro eran encantadores que le daban ganas de besarlos, aquel pequeño diente que esta al lado de su colmillo derecho estaba ligeramente chueco, y que decir de los lentes redondos que utilizaba cada vez que se le irritaban los ojos por el uso de los lentes de contacto.

Todo en ella era perfecto para él.

En su muñeca derecha se encontraba el reloj de marca Casio que su amada mujer le había obsequiado con tanta vergüenza. Recuerda perfectamente como esos mofletes se habían teñido de rosado y como las manos temblorosas le extendieron la caja perfectamente envuelta en papel de regalo.

"Se que esto no es mucho en comparación a todo lo que me has dado pero aun así te lo obsequio con mucho cariño".

Su pecho dolió al recordar su voz.

Titus le ladro para que saliera de su martirio. Estaba acostado en su impecable cama, las colchas le cubrían hasta la cintura y sus marcados antebrazos se encontraban por detrás de su cabeza para darse mejor comodidad.

No pensó que el amor se sentiría de esa forma.

Se puso de pies para encaminarse al baño. Se analizo en el espejo antes de desnudarse e ingresar a la ducha para quitarse todo rastro de suciedad o cansancio.

Las noches de patrullaje habían sido un martirio. Nunca en sus casi veintitrés años de vida se avergonzó de lo que ha hecho hasta que vio el miedo en los castaños de Elizabeth.

Entendía que estuviera asustada, que le aterrara el hecho de ser la novia de Robin, pero ella estaba cometiendo un error.

Elizabeth no estaba viendo a Damian Wayne, solo a Robin.

Los primeros días patrullo en un inusual silencio y solo respondía cuando era estrictamente necesario. Dick se había percatado de su extraña actitud.

Estaba mas irritado de lo normal y a veces solía sumergirse en sus pensamientos desconectándose del mundo. Alfred le pregunto una sola vez si le ocurría algo y el le respondió de forma grosera un "No te metas en cosas que no te incumbe, Alfred".

Elizabeth lo tenia enfermo.

Hubo días donde se pasaba en la baticueva investigando a villanos para cazarlos y de paso desquitarse porque si ellos no existieran el no tendría que cargar con su desastroso pasado y el manto que alejo a la dueña de su amor.

En ocasiones le gustaba recordar los buenos momentos que pasaron juntos y el beso. Ese maldito beso que lo hizo aun mas adicto a la presencia de ella. Recordaba vívidamente como los cálidos labios de la latina recibieron de forma tímida los de él para que luego poco a poco la muchacha adquiriera confianza como para agarrar con sus manos el saco gris que llevaba puesto aquel día, como se relajaba ante la presencia y calidez que le brindaba su boca. En ese beso transmitió todo lo que sentía por ella.

Porque María Elizabeth le hacia sentir multitud de emociones y sentimientos. 

Durante el transcurso de los días le obsequio ramos, chocolates y vitaminas para que se cuidara. Se contuvo para no escribirle con su perfecta caligrafía todo lo que quería decirle porque le prometió que le daría espacio y tiempo para pensar las cosas.

—Buenos días Damian —la voz de Bruce hizo que su mirada perdida se volviera a enfocar. Dejo la taza de café en la mesa para volver a adentrarse en esa coraza de superioridad que ocultaba el verdadero sentir del joven.

—Padre

—¿Dick te dijo que mañana iremos a la facultad de comercio de la universidad de Gotham?

—Acabo de enterarme 

—Saldremos a las nueve y media

Y eso fue toda la conversación que tuvieron.

La universidad de Gotham era el lugar donde su querida destinada estudiaba. Con solo pensar en ella su estomago se llenaba de tirones y su pecho de cosquillas.

Quería verla.

Quería volver a probar sus labios y pasar tiempo con ella

Quería conversar.

Quería tomar sus manos entre las de el.

Bebió de su café mientras entendía que en tan solo dos meses Elizabeth lo había hecho caer.

Había logrado hacerle sentir amor.

Había logrado hacerle sentir amor

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Editado.

THE PERFECT GIRL ─── Damian Wayne ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora