Capítulo 10

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Zulema observaba desde un costado de la casa como Gabriel caminaba hacia su coche con Jimena a su lado. No podía creer que la estirada estuviese con él. Gabriel tendría que darse cuenta antes o después, de que Jimena no es de las que se mezclan con la plebe. Aunque había que reconocer, que él lo merecía. Tal vez no fuese tan cerrada como pensaba. Al fin y al cabo, si su padre se había fijado en Gabriel, es porque tenía lo necesario para desearlo como socio. Tal vez no viera con malos ojos que llegara a formar parte de la familia. Tendría que tantear esa opción. De todos los insulsos buenos partidos con los que su madre le intentaba emparejar, Gabriel era una mejor opción, sin punto de comparación. Sí, había quicos con cuerpos mejores, más jóvenes, con mejor abolengo y con puestos en grandes empresas. Pero a Gabriel era un hombre que se había hecho a sí mismo, con dinero y contactos,  eso le gustaría a papá, y era relativamente joven, y con excelente aspecto, eso le gustaba a ella. Lo que había que conseguir, era superar esa mala reputación de abeja que tenía. Eso de ir de flor en flor sin quedarse con ninguna, tenía que dejarlo. Bueno, al menos sabía que era bueno en la cama, las malas lenguas servía para algo.

-          ¿Espiando a tu prima?.-

La voz de Emilio la interrumpió de sus pensamientos.

-          No papá. Sólo sentía curiosidad. ¿Tú crees que Gabriel puede estar interesado en Jimena?.-

Emilio sopesó aquella información. Si que tonteara con su sobrina, le abría su cartera, él mismo le facilitaría los preservativos.

-          Tal vez, nunca se sabe.-

-          ¿Crees que es un buen partido?.-

Emilio estudió el rostro de su hija. Que ella se fijara en ese hombre era otra cosa. Tenía mejores planes para su niña. Gabriel no tenía el lustre que su familia necesitaba. Hacer negocios con él era una cosa, emparentarse con él, otra muy distinta.

-          Gabriel no es de los que se casan, tesoro. Las chicas decentes no se arriman a hombres como él.-

-          ¿Y Jimena?.-

-          Ella no me preocupa. De todas maneras, después de este  verano, seguramente regrese a Barcelona, o encuentre algún curso que hacer en el extranjero.-

-          Sí, ella es así. No está mucho tiempo en un sitio.-

-          Tu madre dice que tiene un par de ofertas de trabajo en el extranjero.-

-          No parece que sea de las que trabaja, y no la hace falta.-

-          ¿Yo no he visto aún nada de esa tan famosa herencia que pronto le va a caer?.-

-          ¿Insinúas que está viviendo con nosotros porque no tiene dinero?.-

-          He oído cosas.-

Emilio se giró para enfilar de nuevo hacia las carpas exteriores. Pero no lo hacía solo, una intrigada Zulema lo seguía ansiosa por saber.

-          ¿Qué cosas?.-

-          Cosas que no le interesan a una jovencita de buena familia como tú.-

La besó en la frente, y la dejó plantada a la entrada del porche. Emilio estaba más ansioso por transmitir a sus socios, las buenas vibraciones que percibía con respecto a la inyección de capital que necesitaban.

Zulema era de las que siempre conseguían lo que querían, y si su padre no le daba respuestas, tendría que conseguirlas ella, pero eso podía esperar. Lo que ahora necesitaba, era conseguir acercarse a Gabriel, y su llave maestra estaba a 20 metros de ella.

-          Hei, Daniel, Damián, ¿hoy no vais a salir por ahí?.-

Damián miró receloso a su hermana. Si ella quería apalancárselos esa noche, era porque quería algo.

-          Seguro. ¿Por qué?.-

-          Oh, porque me apetecía salir a tomar algo. Sé que vosotros tenéis enchufe en algunos lugares verdaderamente de moda.-

Daniel sintió el brazo de Zulema enredarse en el suyo. No era tonto, lo que ella quería era entrar en uno de los locales de su hermano, y él era la llave. Pues bien, si lo hacía, sacaría algo a  cambio.

-          ¿Y dónde quieres ir?.-

-          La noche es joven. Probemos en varios.-

Ah, era eso. La princesita buscaba a alguien, y sabía a quién.

Un ángel de alas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora