Capítulo 26

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Por primera vez desde que empezó todo aquello, Gabriel dudaba. Las noticias que acababa de recibir hacía unos minutos eran claras. El hombre tras el que iba no era más que un hombre de paja, un testaferro. El auténtico cerebro de todo el entramado era la persona que menos deseaba. ¿Y ahora qué?. En un principio no tenía pensado decirle a Jimena cuáles eran sus, digamos "objetivos empresariales", saberlo no era relevante para ella, y aún menos necesitaba saber el pedazo de monstruo con el que se estaba acostando. Pero ahora, todo se había complicado. Desde hacía 11 años, tenía un objetivo en su cabeza, y era la venganza. Pero, destrozar al cabrón que desahució a su familia, acabaría alejando a Jimena de él. ¿Miedo de perderla?, rotundamente sí, pero no podía negar lo que era, un hombre sin alma. Si algo tenía seguro, es que un día perdería el pequeño trozo de corazón que le quedaba, y Jimena era la que se había apoderado de él. También tenía seguro que ella acabaría descubriendo su verdadera naturaleza, y acabaría huyendo de él, pero no esperó que fuera tan pronto. ¿Egoísta por querer disfrutar un poco más de esos robados momentos de felicidad?, si, lo era. Tenía muy claro que Jimena era el premio que ni merecía, ni se había ganado, pero no pensaba devolverlo, aunque al final acabase perdiéndolo. Retenerla tanto como pudiese, era lo único que podía hacer. Levantó el teléfono y marcó el número.

- Fran, haz la llamada.-

Ya estaba hecho. La primera ficha había sido empujada, ahora el resto caerían en una sucesión milimétricamente calculada. Se sentó en el sillón de su pequeño despacho, mientras observaba a través del cristal a la gente del otro lado. El sonido del teléfono lo despertó de su letargo. Era Daniel, su hermano.

- ¿Qué te cuentas?.-

- No te lo vas a creer, me han llamado.-

- ¿Quién te ha llamado?.-

- Del Atletico de Madrid, quieren que fiche por el segundo equipo.-

- ¡Eso es estupendo!.-

- Lo sé.-

- Me alegro mucho por ti. Sabía que lo conseguirías.-

- Mañana quieren que vaya con mi representante para una primera toma de contacto.-

- Eso está bien.-

- ¿Vendrás conmigo?.-

- ¿Quieres que te asesore?.-

- Quiero que seas mi representante. ¿Puedes, verdad?.-

- Sí, puedo. Lo haré si tu quieres.-

- Lo quiero.-

- Entonces, allí estaremos los dos mañana.-

- Gracias.-

- No tienes que dármelas, sabes que estoy aquí para lo que necesites.-

- Siempre has estado ahí para mi, Gabriel.-

- Y seguiré haciéndolo.-

- Bueno... dejemos esta conversación, porque nos estamos poniendo sentimentales.-

- Vale. ¿Vendrás a celebrarlo al local?.-

- Lo celebraré cuando esté todo firmado. No venderé la leche antes de comprar la vaca.-

- Me parece justo.-

- Bien, entonces hasta mañana.-

- Descansa.-

- Lo intentaré.-

Bueno, al menos Daniel estaba poniéndose en el buen camino. Otra llamada entrante.

- Jefe, tu chica acaba de llegar.-

- Bien.-

Esperó unos minutos, hasta que ella apareció en su puerta. Se acercó a ella y la tomó en sus brazos, la besó y la mantuvo pegada a él.

- Vaya, hoy estas cariñoso.-

- Será algo que he comido.-

- Mmmm, hablando de comer, quería que fueses el primero en saberlo.-

- ¿El qué?.-

- Este tiempo he estado pensando en qué es realmente lo que quiero hacer con mi vida, y ya lo he decidido.-

- Cuéntamelo.-

- Voy a abrir un pequeño restaurante.-

- Eso es estupendo. ¿Ya tienes pensado cómo lo quieres hacer?.-

- No quiero algo grande, prefiero algo pequeño, con pocas mesas. Quiero un lugar donde pueda deleitar a los comensales con un menú perfecto, pero cerrado. Quiero crear un lugar donde la gente vaya a disfrutar con mayúsculas.-

- ¿Un estilo al Bulli?.-

- ¡Eso es!, tú sí que me entiendes.-

- Es algo muy ambicioso.-

- Si Ferrán Adriá pudo hacerlo, ¿por qué yo no?. Ahora estoy en boca de todo el mundo, es el momento perfecto para hacerlo.-

- Tienes razón. ¿Sabes por dónde empezar?.-

- Oh, ya tengo ojeado un local. Las obras, el diseño y el resto está casi perfilado, sólo necesito decir que sí.-

- Si necesitas ayuda para cualquier cosa...-

- Creo que lo tengo todo controlado.-

Jimena notó la tensión en el cuerpo de Gabriel, aunque su expresión no cambió en absoluto. ¿Pensaría que quería mantenerle apartado?. Lo apretó con fuerza y acercó su rostro un poco más.

- Necesito hacerlo por mí misma, sin ayuda. Quiero demostrarles a todos, que no necesito ayuda de nadie para conseguir lo que quiero. –

- Te entiendo.-

- Aunque, probablemente necesitaré un buen masajista para cuando llegue a casa después del trabajo. Mi cabeza y mis pies necesitarán tratamientos de choque intensivos.-

- Ummm, tienes suerte, conozco uno que trabaja a domicilio y seguro que sus tarifas te parecen interesantes.-

- ¿Tú crees?.-

- Puedo concertar una cita para esta noche, si quieres.-

- Quiero.-

Los brazos de Jimena estaban envueltos alrededor el cuello de Gabriel, y él no perdió el tiempo en cobrarse la tarifa de esa noche.

Un ángel de alas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora