Capítulo 33

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Gabriel giró la hoja del periódico, para echarle un ojo a la reseña sobre la inauguración del restaurante de Jimena. Su rostro pasó de atento a gracioso en un par de minutos. Dobló la hoja, y caminó hacia la habitación. Tenía que despertar a Jimena como se merecía, y además necesitaba que le contara lo que había sonsacado entre líneas.

Ella estaba boca abajo, ocupando tanto espacio como podía en la gran cama. Se sentó a su lado, y se inclinó hasta que su boca le susurró a su oído a unos escasos dos centímetros.

- Despierta dormilona, tienes mucho que contar.-

- Ahora no, estoy dormida.-

- Entonces, ¿no quieres saber lo que pone en la columna gastronómica sobre la inauguración?.-

- Mis párpados se niegan a cooperar. ¿Podrías leérmela?.-

- De acuerdo.-

Gabriel se enderezó, y después de un carraspeó, entonó esa voz profesional que sonaba a presentador del telediario.

- Ayer se inauguró en nuestra ciudad un nuevo templo al paladar, "Petits Délices" ofrece bocados exquisitamente perfectos, en un ambiente acogedoramente cautivador. Bajo la dirección de la reconocida restauradora Jimena Corona Fitz-James Stuart, el "Petits Délices" tiene asegurado el éxito. Nada de extrañar, si unimos el buen hacer en la cocina de Jimena, y la orientación empresarial de su prometido Gabriel Recio, empresario con una exitosa trayectoria.-

- Ummm, bien por nosotros.-

- ¿Esto tiene algo que ver con cierto invitado no deseado?.-

- ¿Ya te has enterado de lo que pasó?.-

- ¿Pensabas que no lo iba a hacer?.-

- No. Lo sospechaba. Pero he aprendido a no dar las cosas por hecho antes de que pasen.-

- Así que no estarás completamente segura de que vayamos a casarnos, hasta que realmente haya sucedido.-

- Promesas, el mundo está llena de promesas.-

Gabriel le dio un cachete sonoro en el trasero, y se levantó para ir al armario vestidor.

- Sabes que me gustan los desafíos, así que vístete y ponte guapa.-

- ¿Por qué?.-

- Porque ninguna novia quiere estar fea el día de su boda.-

- ¡¿Qué?¡.-

- Voy a hacer unas llamadas y cumpliré esa promesa, a menos que...-

Gabriel se giró para mirarla seriamente. No quería obligarla a hacerlo, y tampoco quería arruinar cualquier sueño romántico al respecto. No habían hablado realmente sobre cómo sería su boda, así que no sabía a qué atenerse. Tan sólo tenía una idea en la cabeza, atar a Jimena a él, aunque fuera con una simple ceremonia civil.

- Quiero firmar esos malditos papeles que dirán a todo el mundo que somos una única unidad. Quiero que cuando hablen de ti, sepan que perteneces a alguien, a mí. Y quiero poder partirle la cara a cualquiera que te ofenda, con el derecho que me da a hacerlo por ser tu esposo.-

- Uf, lo pones de una manera, que cualquiera te dice que no.-

- Entonces, ¿Hago esas llamadas?.-

- Aha.-

- ¿Quieres que venga alguien especial para ti?.-

- ¿Podríamos hacer la ceremonia en París?, a mi tía abuela la encantaría estar presente.-

Gabriel se quedó petrificado junto a la puerta.

- ¿París?, eso se escapa de mi jurisdicción. Tenía todo previsto si lo hacíamos aquí, en Madrid. Pero París... bueno, está bien, si es lo que deseas, haré los arreglos para casarnos en París.-

Jimena se había acercado hacia Gabriel mientras aceptaba su derrota, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura.

- Otra opción, sería hacer la boda que tenías preparada hoy... repetir otra en París.-

Gabriel la abrazó para pegarla aún más a su piel, mientras la sonrisa volvía a su cara.

- Puedes pedirme casarnos otra vez en París, puedes pedirme hacerlo en Hawaii, en Bali, en Noruega, en Las Vegas, en Japón. Te daré las bodas que quieras, las veces que quieras. Tú solo dime lo quieres, y te lo daré.-

- Ummm, es difícil decidirse, haces que lo quiera todo.-

Gabriel la besó fugazmente, y se giró de nuevo al vestidor.

- Decidido, las haremos todas.-

- ¡¿Qué?!.-

- Tú lo quieres, yo te lo doy, así de sencillo.-

- Eres imposible.-

- Por eso me quieres.-

- Por eso, y por lo bien que frotas la espalda.-

Gabriel se giró hacia ella, alzando una ceja de forma interrogativa.

- ¿Eso es una petición?.-

- Tú verás, ¿no querrás casarte con una mujer sucia?.-

- Eso depende de qué tipo de suciedad tengas en mente.-

Jimena se giró hacia el baño, sonriendo pícaramente, sabía que él iba a picar, y al final conseguiría lo que ella quería.

- Eso es algo que tendrás que decidir tú.-

- Mierda.-

Jimena echó a correr, mientras escuchaba las fuertes pisadas de Gabriel detrás de ella. La atrapó en la puerta del baño, la alzó, y devoró su boca como sólo él sabía hacerlo.




Un ángel de alas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora