Capítulo 13

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Zulema apretaba los dientes, mientras sonreía con toda la naturalidad que podía. Aquel estúpido no la prestaba nada de atención, aunque se había esforzado en estar particularmente deslumbrante y encantadora para él. Y Gabriel estaba más centrado en la conversación de ese tipo gordo y calvo, con el que estaba sentado lejos de las cristaleras del palco. Sí, sabía que muchos hombres de negocios iban a esos encuentros no para ver el partido, sino para hacer negocios. Su padre era uno de ellos, pero al menos él le dedicaba alguna que otra frase, y se preocupaba de que estuviese servida de alimento y bebida.

Pero Gabriel no. Él solo la había dado un educado saludo, y después se había ido a charlar con un grupo de hombres. Después, mantuvo conversaciones aisladas con alguno de ellos, como en aquel momento estaba haciendo. Pero ella no era de las que se rendía. Estuvo 5 días sin comer, para que su padre le comprara aquel increíble vestido de diseñador para su puesta de largo. Bueno, sin comer, a base de bebidas isotónicas y zumos, pero eso no se lo iba a decir. Además, así consiguió perder los dos kilos que la hacían falta, para entrar en aquel maravilloso vestido. Esperaría hasta que las reuniones terminaran, y después se tiraría en picado a por él. Haz que te vean, era su lema. Y eso iba a hacer.

El partido estaba a punto de terminar, cuando Gabriel se levantó y se dirigió hacia la puerta del palco, así que Zulema le interceptó antes de que se fuera.

-          ¿No te quedas a ver el final?.-

-          Para mí este resultado me sirve.-

-          ¿Y a tomarte una copa conmigo?.-

Zulema echó toda la carne en el asador. Sacó pecho, ladeó su cadera, inclinó su cabeza, frunció sus morritos y pestañeó con sensualidad. Sí, esa técnica nunca la había fallado. Gabriel la miró directamente a los ojos, como buscando algo, y después de unos segundos, en su cara apareció aquella sonrisa arrebatadora y educadamente se señaló el camino del catering.

-          Por supuesto.-

Zulema caminó con toda la sensualidad que pudo imprimir a sus caderas, mostrando el espectacular resultado, de las costosas sesiones de remodelación corporal.

Gabriel sacudió la cabeza mientras la seguía. Aquella niña rica se había propuesto jugar con un caballo de fuera de su establo. No era la primera que lo hacía, y no sería la última, aunque con ella tendría que ir con cuidado. Iba a tener negocios con su padre, aunque no en las condiciones que pretendía el viejo. Tener una carrera en derecho mercantil, facilitaba las cosas a la hora de modificar contratos para adaptarlos a sus necesidades. Y lo más importante, conocía las trampas legales que debía evitar.

-          ¿Qué vas a tomar?.-

-          Una cerveza sin alcohol.-

-          Yo un refresco light-

El camarero se acercó a la nevera para servir las bebidas, momento que Zulema aprovechó para lanzar la primera sonda.

-          Realmente eres un hombre de negocios.-

-          ¿Creías que era una tapadera para otra cosa?.-

-          Ummm, no. Sólo pensaba que te dedicabas a los clubs.-

-          Me gusta diversificar.-

-          Eso he oído.-

-          ¿Qué tratas de insinuar?.-

-          Que eres una abeja a la que le gustan las flores.-

-          ¿Porqué creo que ya no estamos hablando de mis actividades empresariales?.-

-          Eres muy listo.-

-          Eso procuro.-

-          Bueno... entonces, ¿qué te parecería si quedáramos para almorzar esta semana?.-

-          Eso depende de lo que quieras de mí.-

-          Pues... me gustaría que nos conociéramos mejor.-

-          Ah. –

-          ¿Qué dices?.-

-          Soy una persona muy ocupada, así que siempre procuro ir directo al grano. Así que dejaré claras las cosas desde un principio. Si quieres sólo sexo, está bien. Si quieres algo más, tienes que saber que yo no soy de relaciones, y menos de los que se casan.-

-          Eso lo dices ahora. Pero cuando llegue la indicada, cambiarás de opinión.-

-          No, Zulema. Yo no soy material de marido, ni lo llegaré a ser.-

Zulema no podía creer que la hubiesen rechazado con tanta contundencia. Pero si de algo sabía, era caer con elegancia, y si no, arrastraría a alguien más con ella. Así el golpe no parecía tan fuerte.

-          ¿Entonces eso es lo que estás haciendo con mi prima Jimena?, ¿Sólo sexo?.-

-          No tengo porqué darte explicaciones sobre lo que yo haga, Zulema.-

-          Yo creo que sí, al fin y al cabo, es de mi familia.-

-          Si tienes alguna duda, puedes preguntárselo a ella. Aunque si no te ha contado ya de que va nuestra... "amistad", no creo que vaya a hacerlo después.-

Gabriel se giró y con un correcto saludo, se despidió y salió del palco. Zulema estaba que echaba humo por las orejas. Nadie, pero nadie se había atrevido a tratarla así y salirse de rositas, y esta no iba a ser  la primera vez. Se giró hacia el grupo de su padre, y compuso su expresión más dolida.

-          ¿Papi?.-

Emilio hizo un gesto a su hija, se despidió amistosamente de su interlocutor, y volvió su atención hacia su hija.

-          ¿Qué te ocurre, tesoro?.-

-          Ese Gabriel , es un grosero.-

-          ¿Por qué lo dices?. ¿Te ha tratado mal?.-

-          Me ha hablado de una manera que no me ha gustado.-

-          No te preocupes, no volverá a hacerlo.-

Emilio estrechó la mirada hacia el lugar por donde había desaparecido Gabriel momentos antes. Si ese advenedizo, se creía que con su dinero podía comprar un revolcón con su hija, lo tenía crudo. Una cosa era seducir a una sobrina por la que no tenía que responder, pero su hija... a su niña no se la tocaba, y menos alguien con las manos tan sucias como las suyas. Una cosa era trabajar con él, y otra muy distinta que tocara a su hija. Tenía que ponerle las cosas bien claras a ese tipo.

Un ángel de alas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora