capitulo ocho

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Luego del silencio que se formó en nuestro alrededor, decidimos que ya era hora de volver a casa. Me había sorprendido bastante como habían pasado tres horas, y aún seguíamos sentados junto al árbol con ramas secas.

Era relajante lo que ese lugar transmitía, en toda mi vida viviendo en Rouser jamás llegué a pensar que lugares como ese existieran, claro también se debía a mi encierro en casa.

El trayecto a casa fue bastante silencioso, ninguno dijo nada, solo hasta que me bajé del auto y murmuré un "gracias" a penas audible. No sabía si lo escuchó, pero no me importaba, entre Drake y yo ya había nacido un voto de confianza. Y eso se debía a todo lo que él sabía ya de mí, entonces no entendía para que seguir escondiéndome y evitar conversaciones que él sabía.

Mi pregunta era ¿Cómo rayos lo descubrió? ¿De dónde sacó tanta información?

Algo que de verdad me frustraba era no saber nada de él. Él era algo que salió de la nada y se instaló fácilmente en mi vida, poniendo mi mente patas arriba, y es que si al caso íbamos, en el poco tiempo que lo conocía, solo llegué a saber su nombre, mientras que él sabía hasta el día en que nací.

Crucé el umbral de la puerta principal, viendo que todo estaba oscuro y que solo iluminaba una lámpara del corredor. Visualicé a una Scarlett sentada en las escaleras, con el rostro escondido en las manos, el cabello en un moño alto enmarañado, y en pijama, al escuchar la puerta cerrarse, alzó la vista y pude notar como un suspiro de alivio salió de su boca.

—Dios mío Lina, gracias a Dios llegaste.— se puso de pie hasta estar a mi altura.

—¿Para que me esperabas?

—¿Cómo que para qué? Sabes muy bien porqué, estoy preocupada, tú más que nadie debe saberlo.— expresó hablando bajito—¿Que vamos a hacer?

Toda la tranquilidad que había reunido antes, se esfumó al escuchar a mi hermana. Ella podía ser la mayor de todas pero, si de tomar decisiones se trataba, era yo quién debía responder.

—Buscaremos a ese detective, le diremos que nos devuelva el dinero y que se olvide de la búsqueda.

—¿Y si pregunta porque ya no queremos que busque a papá?

—Le diremos que nuestra mamá está mal de la cabeza, que tuvo otra recaída, y...¡Mierda no sé Scarlett! No se que hacer.— me tumbé en un peldaño apoyando los codos en las rodillas—. Por primera vez, no se que hacer, siento que todo se me está saliendo de las manos, que no tengo control de nada y, eso me molesta.

—Te lo dije. Te dije que en algún momento todo saldría a la luz, ya conoces el dicho; entre cielo y tierra no hay nada oculto, y esta no es la excepción.— contestó sentándose  junto a mi.

Sí, tenía razón y no quería admitirlo.

Siempre había sido una persona que solucionaba cualquier problema, que tenía control de alguna situación sin importar qué tan grande fuera, pero, está vez sentía que estábamos más cerca de llegar al final, que todo se acabaría para nosotras. Tenía miedo, y mucho. Nada más imaginar lo que nos pasaría si nuestro más grande secreto salía a la luz, me ponía de los nervios.

—Lina tengo miedo.— susurró mi hermana con los ojos llorosos.

—Igual yo.— admití tragando saliva, imaginando escenarios catastróficos en donde nosotras éramos las protagonistas—. Pero, así como salimos de otros problemas, saldremos de éste. Créeme cuando te digo que estaremos bien.

La abracé de lado, tratando de calmar mis nervios. Hacía muchísimo tiempo que no tenía contacto físico con mi hermana de ésta manera, no lo necesitábamos porque sabíamos cuánto nos queríamos y que tan leales éramos la una a la otra.  Pero era necesario ahora, porque no sabíamos si habría un después.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora